Todo de mi

Me mantuve a cierta distancia por un tiempo, pero ahora lo siento cercano y cómplice. Ocurre algo muy interesante y sorprendente cuando estamos juntos, es la magia que atraviesa los sentidos, o más o menos así lo siento. Lo veo con la sonrisa puesta en el más insípido de los escenarios y me gusta. Gente aburrida en el mundo sobra y tenerlo cerca aliviana el ambiente. No ocurre con frecuencia. La suerte no nos acompaña siempre, por eso encuentro algo de exótico e inesperado cuando lo veo.

Un acercamiento breve y su mirada promueve la conversación, es social, cálido y acogedor. Me siento en confianza y me divierto. Aunque creo que es así solo conmigo, lo veo distante con los demás, o no así precisamente, pero es que salta de aquí allá, parece que abre la página de un libro al azar, lee un par de líneas y cierra… deja ahí y se va. En cambio conmigo permanece, me habla, me pregunta, me oye, me hace reír y me mira. Me mira profundamente, me dice que disfruta la intensidad y la potencialidad del momento cuando está frente a mí, ve una sola de mis versiones, pero la llena de infinitas posibilidades. Muchas que yo no percibo.

Ahora, ahora que descubro lo que siente, aunque yo no sepa qué es lo que me produce, sólo sé que ocupa demasiado sitio en mi cabeza. Me resulta del todo imposible pensar en otra cosa que no sea él. Se lo dije y sentí su emoción, parecía contento, pero también creo que tuvo un poco de miedo. No fui clara del todo. Solo dije lo que me ocurría, no exactamente lo que sentía, porque no sé qué es. Solo sé que me gusta tenerlo cerca, parece estar hecho a mi medida. Tengo un punto de locura y tal vez por eso voy por la vida con curiosidad, buscando sonrisas, y tenerlo cerca intensifica ese deseo de estar bien, sin razón aparente. Exprimir esos instantes alegres ha sido constante en mi vida, esa que es un visto y no visto y que hay que aprovechar, sacar lo mejor de ella, alegría y placer, entre otras cosas.

La mañana por acá luce bonita y brillante, pienso en él y solo eso es ya una experiencia deliciosa. Cuando se acerca surgen cariñosos y sutiles comentarios, aquellos que quisiera hacer que duraran eternamente, verlo toca una fibra muy interna de mi ser, oírlo acentúa mis emociones y sentirlo es energético, me da la fuerza emocional que requiero y promueve la confianza en mí; porque en medio de la vertiginosa rapidez que nos rodea, su presencia es anestesiante, siento que este lugar, cada vez más inhóspito y hostil, cambia de color y de luz con su presencia, es una ilusión, se detiene el universo. Comenzar una conversación cualquiera con él hace que me sienta optimista, fijar la mirada en sus ojos hace que mi corazón palpite con más fuerza, me siento viva. Encuentro refugio en su entrañable y acogedora presencia.

Sonó el timbre. Abrí la puerta, lo vi. Del otro lado del umbral estaba expectante, tenía las ganas de verme en los ojos. Me detuve a mirarlo un instante, un saludo despreocupado y un beso dulce y largo después. Él y ese beso intenso, él y las risas siguientes, él y aquella mañana de noviembre. Apostar todo al amor, me pregunto si vale la pena.

***

Consigna mundialista – Una canción, la canción



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