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Mostrando entradas de enero, 2022

Tantísimas cosas

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Se nos va enero. Echar la vista atrás, hacer introspección, analizar y recopilar todas las cosas buenas que nos han ocurrido. Esperamos mejores tiempos, claro, queremos que desaparezca ya la pandemia del mal, pero con todo y la visita, no confirmada, del virus al hogar, no nos podemos quejar. Las semanas de comienzo de año han estado diversas, emocionantes y muy movidas, sobre todo al comienzo… me gustaría que la fiesta siguiera para siempre, pero permanecer en vacaciones viene resultado imposible. Sin embargo, prolongué cuanto pude los paseos y aproveché la ciudad en mis días cesante, disfruté algunos encuentros y celebraciones y retomé las caminatas. En suma, como probablemente para muchos, un largo comienzo de año en el que mantenemos aún mucha ilusión y del que quedará, como siempre, el tiempo compartido y las aventuras disfrutadas, además, claro de algunas imágenes.  .

Caminar es siempre aire fresco

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Frescura  sobre todo si es empezando el día. A veces solo camino,  otras ejercito los brazos, me espanta que se sigan cayendo; muy de vez en  cuando intento un trote ligero y dedico muchos minutos a contemplar el entorno. Lleno la  mirada de montañas, flores y nubes, también de gente porque me gusta descifrar  qué hay detrás de las mascarillas.  Huyo de los corredores, no quiero su respiración agitada cerca, cambio el rumbo o hago pausa para que se alejen.  Me entretengo también con los gatos que aparecen por ahí, creo que no hay más de dos, siempre miran cautelosos y no me dejan acercar mucho. 

De vuelta al ruedo

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Hace unas semanas regresé a la ciudad de la furia y poco a poco empecé a recuperar sentido de realidad. Después de algunos días de descanso de cuerpo y mente y otros de incertidumbre y aburrimiento por los trámites de siempre, estoy de vuelta al escenario de siempre con las obsesiones laborales de siempre. No las mías, las que asumo. Un nuevo año de trabajo empieza y procuraré mantener las ventajas de hacerlo a distancia. Pretendo seguir evitando el tráfico del mal, caminar con mi hijo al cole, aprovechar los almuerzos caseros, disfrutar la sobremesa en el parque vecino, descansar en mi sofá, poner de vez en vez mi música y prender de tanto en tanto mis velas favoritas.  Será mi espacio y lo que quede de mi tiempo.  

Pensamientos encadenados

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Me encanta tomar fotos. Técnica y estilo no tengo mucho, no se me da.  Pero experimentando, jugando, de error en error, a veces encuentro tesoros. Mientras tanto se me va la vida viendo pájaros, flores y nubes. Es entretenido. Tengo una tendencia innata a buscar conexiones con la naturaleza, me parecen extraordinarios sus colores y la siento poderosa y capaz de aliviar tristezas. Soy de naturaleza alegre, mi tristeza, cuando aparece, es transitoria. Aparece con más frecuencia la amargura por los procesos que soporto de cuando en vez, aquellos asuntos laborales que agobian y que son siempre iguales, o peores. Me gusta el café, me gustan los puentes, las flores y los pájaros. Amo el sonido del agua y pisar hojas secas. Me encantan las frutas, el olor del jazmín y de la tierra después de la lluvia. Imagino vidas bonitas cuando estoy en el parque y otras poco glamurosas viendo los pasos raudos de los peatones que cruzan cerca de las oficinas. Me agobia la prisa que lleva todo el mundo casi

Sintiendo la ciudad

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Con el frescor de la mañana nos hemos aventurado en búsqueda de color. La brisa y el frío se esfumaron y bajo el sol anduvimos entre el aroma de las rosas que encontramos ayer en el Jardín Botánico. Después, con ansias de seguir disfrutando los días despejados, partimos a Monserrate en la mañana de hoy. A veces me gusta aprovechar la ciudad en plan turista y qué mejor que hacerlo en buena compañía.  Bogotá ha estado bonita, azul, tibia y aún con poca gente; así que mientras tengo trabajo de nuevo, dedico mi tiempo a compartir y reconocer, manteniendo los ojos muy abiertos. Parte de lo que veo y siento queda por acá, como siempre, como testigo de las circunstancias, de los días, del tiempo que rápido transcurre. 

Caminar un rato

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Pasos pausados para recorrer, en nuestro último día de vacaciones, algunos lugares en Santiago. El barrio es el mismo pero encuentro cosas diferentes.  Colores, voces, sonidos diversos. Las plantas han crecido, hay más parques dentro del parque, sigue siendo un lugar bonito y acogedor. Encontramos incluso un equipo indio de crícket, algo de exotismo cosmopolita.  Aun cuando la ciudad se ha deteriorado un poco, muchas de sus calles se mantienen, muchos árboles dan sombra, algunos jardines bonitos alegran los recorridos, la vista a la cordillera es imponente desde muchos puntos. Así que sí, en pleno verano, aprovechando los días más largos del año, con el calor invadiendo cada centímetro de espacio disponible, pasamos unas fantásticas jornadas de sol por las calles santiaguinas y así abrazamos recuerdos y terminamos unos días fantásticos. Fueron fugaces, pero serán inolvidables.