Tomar impulso
Con la mirada llena del verde del sur, llegó la hora de retirarse
a disfrutar el mar y la respectiva sensación de libertad.
En la playa, escapando del agua, en las dunas, intentando llegar
cada vez más rápido; oyendo las olas romper y el viento soplando fuerte, entre
bosques y acantilados. Así anduvimos los primeros días de un año que quiero
vivir con pasión.
Me gustó estar en la playa, ver ramitas que se mantienen a flote,
ver cómo están a punto de romperse y siguen ahí, asoman después de que alguna
ola ha intentado hacerlas desaparecer.
En tierras costeras, con impresionantes paisajes playeros, disfrutamos
cuatro días al sol, con matices climáticos en medio
El primer día nos dedicamos a explorar el entorno. Con Kitesurfing
en la playa detrás de nuestra cabaña nos entretuvimos un montón, después
recorrimos un par de kilómetros e intentamos poner nuestros cuerpos en el agua
helada del Pacífico sur…. No lo logramos, huimos raudos.
Al día siguiente partimos a la Boca, a ver cómo el río Rapel llega
al mar. Un espectáculo maravilloso con
un color fantástico. Lanzar piedras, ver gaviotas y pelicanos, avanzar por la
playa… una mañana cálida y diversa. En
la tardecita subimos y resbalamos por las dunas de Pupuya, vimos a los
lugareños encontrar y recoger mariscos y preparamos una rica cena, hasta que la
luna, bueno, un pedacito de ella, nos dio las buenas noches.
Después de estar un rato largo en Navidad, dar vuelta por la plaza y comprar algunos víveres, nos aventuramos a Puertecillo. Pensamos que era más cerca y que la carretera estaba en buen estado, no fue así, pero valió la pena. Las rocas playeras, la cueva, el gris del entorno, todo le dio sentido al recorrido, estuvo deli el plan que terminamos comiendo empanadas preparadas con cochayuyo, viendo al mar. Toda una experiencia.