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Mostrando entradas de julio, 2023

Lo que ofrece la vida

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Se está acabando el mes y mucho ha quedado por ahí. Desde los días de veranito en la costa, hasta el desayuno con los gatos aquellos, el concierto remembranza y el baño de bosque. Como prefiero asegurar la memoria, dejare por acá el detalle fotográfico, bueno, al menos una muestra de lo que ha sido, tan solo algunas imágenes y palabras para recordar con la mayor exactitud posible esos instantes vividos. Todo lo que necesitaba.  Una semana de relajo y sol. El día en el que viajamos capturé en mi mente varios paisajes pasando a través de la ventana, muchos cuadros ante mí. Justo esa es la parte de lo que más disfruto en carretera. Llegamos y me dejé abrazar por el calor de la playa, me puse bloqueador una vez tras otra para dorarme de nuevo irremediablemente… Paseamos y comimos sin restricción. Estuvimos de un lado a otro, de la piscina al mar. Conocimos Ciénaga, Minca, anduvimos por el camellón de la marina, intentamos el rodadero, pasamos una mañana solos en una de las playas del Tayro

Una mirada a la sierra

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Un miércoles completamente despejado, con el sol brillando con una luz blanquísima. Partimos a Minca. Llegamos en breve, una ruta corta y cómoda. Nos encontramos con un grupo de viajeros y salimos caminando a una finca cafetera. Una visita con algún aprendizaje por ahí, un proceso artesanal y un café suave. Probamos una taza recién hecha y también un licor muy dulce, que no nos gustó tanto, pero que tuvo muchos adeptos. Continuamos el recorrido hasta una cascada estupenda. El plan recién llegamos fue flotar boca arriba y maravillarnos con el cielo azul intenso que se extendía ante nuestros ojos. Se veían poquísimas nubes, se veían las hojas de los árboles con un movimiento lento. Se sentía el sonido fuerte del agua, se sentía un frío refrescante. Al final  nos sumergimos en un placer inesperado y la inmersión le dio un sentido a toda la humedad que habíamos aguantado y al calor que  se había instalado. Las voces y las risas en la cascada apenas eran  perceptibles desde mis pensamientos

No planear demasiado

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El despertar de hotel coincide siempre con mi ilusión por el desayuno. Ir en su búsqueda e imaginar las posibilidades infinitas me hace feliz. Hacer recorrido playero antes de sentarnos a la mesa también me entusiasma. Oír el mar, sentir la brisa y caminar en la arena es mi forma ideal de empezar el día cuando estamos por acá. Probar de un lado y otro, porciones pequeñas, pero muy variadas. Algunas tazas de café y hacer sobremesa extendida.   Disfruto así el lunes costero, una pausa en este mes veraniego y vacacional. Pasamos un bonito día; una jornada de pasear mucho, disfrutar de pequeñas cosas y de unos ratitos maravillosos de sol intenso.  

Rendirse ante lo irrefrenable

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Después de un sábado de brunch calórico, un domingo de desayuno engordable, muy engordable, y un almuerzo contundente. Faltó balance en el finde, pero se pasó muy bien. Al menos me moví, caminé un tanto. Estuve al sol, al viento  -amo el viento en el ascenso-, bajo la lluvia también. Así pasó un día alterado climáticamente, pacífico y en la mejor compañía, con mis pensamientos a su ritmo. Luego un lunes frío y gris, un día laboral y presencial, con pocos pasos y con un tanto de las cosas no son siempre lo que parecen. También de vuelta al café de sobremesa en el museo, como hace años, tratando de entender la vida, la mía al menos. Confirmando las cosas que valen la pena y aquellas que no merecen ni un minuto. Algo de congestión en el regreso, pero armonizando la marcha. Total espero estar en breve en otra, en otro lugar, con otro aire, así que paciencia.

Brunch de campeones

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Sábado. De madrugada en pie. Café revitalizante.    Llovizna. Cielo gris, oscuro. Emprender el rumbo. Llegar. 6:00 am. Otra vez tarde.    Dar vuelta en busca de un espacio para el auto. Dejarlo por ahí en un lugar pequeño. Entregar las llaves, confiar. Empezar el ascenso antes de lo previsto, espacialmente; pero más tarde de lo esperado. Subir, seguir subiendo, ignorar la música, pasar por alto el mal gusto de los caminantes, respirar, empezar a ver la ciudad con otra perspectiva. Avanzar, detenernos, tomar aire, seguir. Sobrepasar a los más lentos, dar paso a los más ágiles. Continuar, llegar. 48 minutos de pasos ascendentes, sin afán. Una ruta democrática. Gente. Mucha. Ver la montaña. Oír los pájaros. Tomar agua. Recorrer el cerro. Conversar un tanto. Hacer fila. Oír conversaciones. Tomar el funicular. Bajar. Ir por el auto. Llegar al estacionamiento. Pausa. Susto… Por qué cresta se le ocurre a alguien que mover los autos a otro lugar de parqueo sin permiso del dueño puede ser una b

Otra semana a ritmo de julio

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Son las vacaciones escolares y algo cambia en el ambiente.  Se puede dormir un poco más. El tráfico se hace más ligero, algunos lugares tienen menos gente, otros están a reventar. Es el lugar que habito comenzando la segunda mitad del año. Recuerdo de estos días un sueño, un universo paralelo. Un personaje que custodiaba mi sueño mientras conversaba consigo en un monólogo que se sentía cercano, quería participar, pero sabía que estaba dormida y no me salían las palabras... las de él eran palabras pronunciadas en un lenguaje que comenzó a resultarme incomprensible. En un momento dejé de entender. No comprendía que decía, pero sí sentía su malestar, estaba furioso. Sufrió una transformación mientras vigilaba mi sueño, fue como si se acordará de algo cuando estaba hablando o como si hubiese descubierto algo. Me asusté, desperté.  Tengo la ligera sospecha de que quizá las cosas cambien, laboralmente hablando. La cuestión es que da igual cómo sean porque de todas maneras tendré que hacer lo