Rendirse ante lo irrefrenable

Después de un sábado de brunch calórico, un domingo de desayuno engordable, muy engordable, y un almuerzo contundente. Faltó balance en el finde, pero se pasó muy bien. Al menos me moví, caminé un tanto. Estuve al sol, al viento  -amo el viento en el ascenso-, bajo la lluvia también. Así pasó un día alterado climáticamente, pacífico y en la mejor compañía, con mis pensamientos a su ritmo. Luego un lunes frío y gris, un día laboral y presencial, con pocos pasos y con un tanto de las cosas no son siempre lo que parecen. También de vuelta al café de sobremesa en el museo, como hace años, tratando de entender la vida, la mía al menos. Confirmando las cosas que valen la pena y aquellas que no merecen ni un minuto. Algo de congestión en el regreso, pero armonizando la marcha. Total espero estar en breve en otra, en otro lugar, con otro aire, así que paciencia.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―