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Mostrando entradas de febrero, 2021

Entusiasmo por lo nuevo

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Descubrí una nueva ruta, otra más que no me llevó a ningún lado.  Atrapada y con algo de frustración tuve que dar vuelta atrás y regresar.  Pero en el camino, ansiosa pensando que había encontrado otra forma de llegar al pueblo, viví toda una travesía.  Un camino muy angosto, repleto de barro, de abejas, minimariposas y una multitud de pájaros.  Escogí un paseo bastante espinoso y concentrada en no caer iba mirando al suelo, justo atravesé una telaraña y casi no logro quitar el hilo que quedo en mi cara. La vista que encontré me gustó bastante así que, aunque no llegué a donde esperaba, valió la pena. De regreso al conocido camino de tierra, sentí que volvía a la civilización y sin duda, creo que me gustó más la trocha silvestre y salvaje recién descubierta.  A diferencia de mi encuentro de ayer, en el que los perros fueron amigos y compañeros, hoy me sorprendió un can furioso que agresivo y amenazante sacó sus colmillos afilados.  Con la maestría de una mirada domadora lo calmé y retr

Bosque palpitante

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En medio de una densa y bailarina neblina, acompañada de un par de perros amorosos que siguieron cada uno de mis pasos, me sumergí en el bosque. En plan exploradora, con la intención de llegar al páramo por otra ruta, me aventuré por un cerro espléndido, repleto de vida. Agua, pájaros, flores y nubes a mi altura conformaron el escenario en el que me moví durante la mañana. 34 mil pasos y no lo logré... pero no importa, lo intentaré de nuevo, quizá acompañada porque hoy terminé feliz, pero ligeramente malherida... resbalé, rodé y me di un fuerte golpe en la mano... nada grave, pero sí doloroso. Fue un breve instante, extraño, en el que las malas palabras parecieran expulsar el dolor y dar el impulso para continuar... el sinsentido mismo. Además del golpe que impidió que continuara el ascenso, regresé porque la niebla avanzaba presurosa y hace unos años ya estuve  pérdida  por allí y no tenía intenciones de repetir, menos en soledad.  Alguien dijo una vez que conocer la naturaleza signif

Vida casera

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Conscientes de la suerte de estar juntos, de tener deliciosos platos para compartir y el mejor de los escenarios para disfrutar la existencia en este tiempo extraño, hemos visto pasar otro mes por acá. He aprendido a celebrar la vida con lo que soy, lo que somos y lo que tenemos cerca. Con curiosidad y asombro aprovecho cada instante en medio de este paisaje vibrante que cambia con el viento, la lluvia y el sol y, desafiando la comodidad de mis días, me he aventurado en la cocina, estoy aprendiendo a disfrutar las tardes de horno y fogón. El mundo y sus tragedias agobian, es cierto, este país repleto de miserias y absurdos no parece dar tregua, pierdo la fe a ratos, pero motivos para celebrar hay muchos, aquí, ahora... y ojalá, siempre. Debería ser así para todos.

Formas y colores

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Febrero ha estado repleto de preciosos momentos. Nos ha regalado instantes bellísimos, brillantes y majestuosos, cálidos comenzando mes, helados en estos últimos días. El viento nos ha visitado con frecuencia, sacude las ramas, hace crujir los troncos de los árboles más grandes y viejos, nos alegra y nos asusta un tanto, también. El cielo...  no importa cuantas veces lo vea, con cada mirada encuentro algo distinto. Hemos disfrutado amaneceres espectaculares, rojos y rosados algunos, y doradas puestas del sol, maravillosas. La lluvia por fin volvió, nos regala poesía cuando acaba. Toda la frescura de las plantas y la algarabía de los pájaros son inspiración para seguir disfrutando lo que la naturaleza nos ofrece. La luna ha brillado, incompleta, nos ha regalado su intensa luz... Dicen por ahí que anduvo celosa porque recientemente los ojos estuvieron puestos en Marte. No necesitamos tantas cosas para estar contentos... mantenemos la ilusión y las ganas; según la mirada, tenemo

Pasos fallidos

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Con entusiasmo y mucho ánimo partí temprano a un paseíto por los alrededores. Todo por explorar. Decidí conocer nuevas rutas y seleccioné un camino que pensé me llevaría a un lugar, cualquiera, menos una puerta cerrada de una finca más. Estuvo bien, me causó curiosidad una especie de maloca que encontré, no sé qué hace allí... pero no me gusta tener que devolverme, me invade la frustración, aunque bueno, igual tenía que saber qué había por ese camino. Tomé otro rumbo y ... pasó lo mismo.  Además, después de la lluvia algunos caminos exigen demasiada concentración... no logro mucha.  Intento dar el paso donde corresponde, pero no siempre acierto, como esta vez. Directo al charco, casi me sumerjo, sentí que me deslizaba como si de arena movediza se tratara... Escapé, pero caí justo en arbusto de moras, espinoso. No sé qué fue peor, mi pie empapado o mi brazo rasguñado.  Sería todo, es temprano, doy los buenos días, me saludan, me despido, nos despedimos. Sigo la ruta. Siempre así, bueno,

Temprano en domingo

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De madrugada, recién empezando el día, partí al pueblo.   Cambié el rumbo y en descenso para explorar nuevos caminos llegué cuando estaba todo por comenzar. Chocolate caliente, tamal, buñuelos, todo preparándose para quienes iban a llegar, me antojé, pero menos mal ya había desayunado y pasé de largo. Me gustó aquello del comienzo de un domingo, la poca gente que encontré estaba poniéndolo todo muy a punto porque seguramente llegarían muchos visitantes.   Seguí mi camino y escogí una ruta bonita, como muchas de las que hay por acá.   Muy organizado todo, bien podado, cercas perfectas, casas inmensas y custodiadas, otro barrio, sin duda. Estuvo bien, vista en calma, verde, brillante, lindo. Caminé mucho, me cruce con algunos, me gustó también, sin embargo, creo que prefiero los paseos más silvestres, aquellos en los que las casitas son más de campo, en los que huele a leña todavía y salen aromas a café preparado con panela. Me trae recuerdos, memorias de infancia en la casa de mi abue..