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Mostrando entradas de septiembre, 2023

Septiembre en verde

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Además de reuniones interminables y consecutivas en este mes, he mantenido mis paseos en solitario para aclarar la mente, y me he aventurado también con compañía. Encontré, justo en compañía, un camino oscuro y estrecho, resbaloso y desafiante, por el que logré otro ascenso al páramo. Además, me he encontrado con mis amigos para ponerme al día con la vida. También celebramos quince, sensación de euforia total, comimos pizza en familia, compartimos asado y torta con los amigos del joven, nos divertimos con el bailecito aquel y soportamos mucha música, de esa horrible que nos invade y cada vez toleramos más. Celebramos veinte con asombro, organizamos pensamientos, recuerdos y emociones desde 2003, desde aquella noche lluviosa de lunes en un día sin carro. Tomé algunas clases, de nuevo al aula, esta vez virtual. Como si fuera poco, dimos vuelta por la tierrita, también por la playa, y para terminar el mes redondo, prorrogaron mi contrato, así que, por suerte, los días que preví cesantes n

Algo parecido a la vida

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A veces amanezco con ojos opacos y poco saludables, los de hoy quizá obedecen a las pocas horas de sueño o a la pesadilla de anoche. En medio de mi cena con velitas y copa de vino, todo ubicado perfectamente, un monstruo espeluznante entró y mi cuerpo se alteró. Parece que se oían palabras que traían a escena muertes, asesinatos, atentados, secuestros, crueldad. Siguieron instantes en los que todo se confundía. Algunos en los que la presencia del monstruo me hacía más fuerte y valiente. Otros en los que me desvanecía, casi hasta el desmayo. No sé la razón del vino, parece que estaba sola, pero no bebo sin compañía. Ignoro todavía más la razón de la visita del monstruo. Fue un cuadro grotesco, aunque no recuerdo mucho, solo las sensaciones con las que desperté, me sentí víctima de un poder y una crueldad incomparables, pero no vi en realidad de qué se trataba. Me gusta dormir y desconectar, despertar y tener la sensación de resucitar; o soñar bonito, a color, pero tanta actividad neuron

La ilusión de un jueves despejado

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En este jueves de septiembre sin autos, sin motos, se sintió una desolación fabulosa en algunas calles. Siento incluso que caminé más ligera, sentí solo el cruzar del viento en muchas partes. Desaparecen los autos y surge un aire festivo que es agradable, aunque haya que trabajar, aunque sigamos en día laboral.  Antes de regresar a casa hice pausa para ver al infinito y no pensar en lo complicado, desconectar de la realidad y de las responsabilidades por un ratito. Qué increíble que las calles de siempre se perciban tan diferentes solo por la ausencia del ruido, no oír la habitual furia del tráfico es maravilloso. Recordé la pandemia por un momento, solo que sin el susto que me dominaba por aquellos días. Tuvimos, además, la suerte de un despertar con cielo muy azul, la brisa fría, pero mucha luz, esa que se filtra bonito en una calle llegando al cole, esa que mucho nos gusta.    Y a propósito de ilusiones, o de jueves, o quizá por el cielo sin nubes, se me ocurre que hay que escribi

Frivolidades varias

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Me enfrento a la cocina . Hago conciencia de mi yo desprovisto de habilidades, dotada con escasas competencias culinarias. En cambio él, prende la estufa, fuego bajo en algún fogón, medio en otro, de vuelta al mesón a pelar, cortar, mezclar, otra vez al sartén, y así, sin asomo de torpeza ni lentitud, varios platos listos para ir a la mesa. Siento algo de envidia pasajera, pero quizá prefiero que sea así. Urbano . En mi recorrido laboral me entretengo a veces con el paisaje céntrico. Los autos ruidosos y los buses repletos en una calle, los peatones desplazándose por otra. Miradas al suelo, algunas al cielo o a ninguna parte. Veo caras e imagino una suma de conflictos, miedos, emociones, ideas, sueños.... Y de fondo el reguetón, varios, en simultánea, el caos sonoro habita en estas cuadras de la city. Se siente la energía de una ciudad todavía muy primitiva. Pasos.  Tantos como sea necesario. Repito la ruta al cole con frecuencia, pero me permito espontaneidad después de eso. A veces d

Demasiadas cosas a la vez

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El jueves pasado llovía y pensaba, mientras casi me ahogaba en una taza de café, que la vida es difícil en estas calles. También en la belleza y el misterio de vivir en esta tierra. Hoy, en cambio, con el ambiente tibio de la tarde, la liviandad se apodera de mí y pienso en que los trabajos traen personas, momentos y personas que se convierten en un microuniverso, uno profundamente extraño del que se sale, a veces, con amigos a la vida cotidiana. Los comentarios chistosos y desenfrenados en una sala de juntas suelen alimentar la neurosis colectiva, la de la sala, variaciones de estilo y forma, comportamientos variopintos, que divierten o enfurecen. Ahora que decido sentarme a escribir me doy cuenta de que la memoria y los recuerdos se van, huyen, a veces los atrapo con mis palabras, pero no se mantienen fieles a la realidad. Me parece incluso que lo más profundo que sentimos o lo más intenso que llegamos a vivir, puede desvanecerse, pierde fuerza con el paso del tiempo, puede convertir

Pasa la vida

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Parece que fue ayer, pero no. El tiempo avanza misterioso y veloz y resulta que ya pasaron 15, sí, quince años con todos sus meses y sus 5.478 días. Te convertiste en un grande, uno hermoso, cariñoso, risueño cuando nadie ve, inteligente y divertido.  Te conocí la mañana de un lunes, uno en el que sentí calor y miedo, no te había visto y te amaba profundamente. Me sentía un tanto insegura, pero tu mirada me calmó, solo un poco, para ser honesta. Una mezcla de emociones en simultánea me invadió aquel día. Incertidumbre, miedo, gratitud, alegría... Y acá estás. Es tu cumple y, como por variar, echo la vista atrás. Tengo muy presente esos días en los que tenía que asegurar tu supervivencia, esos otros en los que no paraba de sorprenderme por lo que ibas aprendiendo, esos en los que me inspirabas la ternura más infinita, también aquellos en los que respirar se te hacía difícil,  los de dinosaurios, aquellos en los que empezabas el cole, los de tantas patadas y saltos en taekwondo, los de a

Anoche

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Desde los siglos de los siglos… un plan con amigas bonitas que han acompañado varios momentos de mi existencia. Nos encontramos, brindamos y dimos paso a lo que trajo la memoria. Echamos a rodar la historia, aquella que nos recuerda risas de infancia, carcajadas de adolescencia, preguntas de la adultez. Errores propios, la muerte, decisiones, asuntos varios, lo decadente de la música, lo curioso de la genética, rarezas. Hablar por largo rato alrededor de una mesa, pura buena onda y un cariño inmenso. ¡Cuánto alegra el corazón!

Frente a una taza de café

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Caminar varios km cada día entre semana, aumentarlos el finde. Caminar acompañando a mi hijo al cole y de regreso a casa o rumbo a la oficina. Avanzar a veces en busca de alguna respuesta. Caminar lento, sin prisa.  Cambiar de ruta para huir del ruido y evitar el afán cotidiano. Acelerar el paso sin detenerme, procurando la  llegada a puerto.  Leer imaginando que soy la protagonista de múltiples historias. Ir a otros mundos y vivir de otra  manera pasando páginas. Ver pelis o series, de todo tipo, pasear un rato por  otro tiempo y espacio, disfrutarlo. Trabajar sin tomarme demasiado en serio, lo justo, pero trabajar  bien, con cariño por lo que hago, aunque no sea trascendente.  Existimos, avanzamos, hacemos cosas,  no hacemos nada. No llegaremos a ningún lugar, pero que en ese camino no me  falte el asombro, ni la curiosidad, ni la libertad, menos el amor.  

Un poco de vida últimamente

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Tres gatos . Viernes de encuentro y desayuno amenizado con conversaciones. Relatos fragmentados construidos a partir de sucesos recientes, de muy breves anécdotas que se convierten en risas. Estuvimos contentos. Horas de oficina . Impresiones de la vida laboral. Ideas, pensamientos y consideraciones después de una reunión incómoda, de esas que no tienen sentido, esas que alteran momentáneamente. Qué poco caso hay que hacerle a esos comentarios mal intencionados, pero cómo cuesta. Personajes aquellos que solo saben ser el centro de atención, no saben ser uno más, participar con simpatía. Su afán de notoriedad les impide integrarse con los otros, simplemente no les resulta. Son una pereza. La cuesta . A veces me gusta romantizar la vida y caminar en busca de alguna respuesta. Ordenar lo que me sucede, articular mi pensamiento, hacerlo comprensible. Tengo mi locura. En ocasiones creo que habito en otra dimensión, abro portales y encuentro cosas, me encuentro y me pierdo al mismo tiempo. I

En calma

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Un martes que comenzó con el desayuno colorido de siempre y continuó con el recorrido que retoma la rutina escolar, amenizado con conversaciones filosóficas sobre gustos y emociones. Una mañana laboral sin demasiada presión, cada cosa a su ritmo, avanzando sin contratiempos. Un mediodía de las mejores lentejas jamás con sobremesa editorializando sobre su sabor. Una tarde con par de reuniones y el final de la jornada con clase virtual, de vuelta al aula, sin mayores expectativas, pero entretenido. Una copa de vino, quizá dos, y sería todo. Ayer de vuelta a la calle, la oficina y la endulzada del día; después el almuerzo en Safari que empezó con una conversación sofisticada y derivó en múltiples risas por tonterías varias. Una tarde rápida entre correos y matrices de seguimiento y de nuevo a la furia del tráfico, a la ciudad acelerada que enfrento desde el bus, viendo pasar la vida por la ventana en altura. La noche es serena, duermo profundo un rato que parece largo, pero despierto ante

Repaso de lunes

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Caminar un poco, lentamente. Conversar sobre lo que viene hasta llegar al cole. Tomar el bus, observar a los pasajeros e inventar historias. Llegar a la oficina en soledad, instalarme. Recibir los buenos días, unos con intensidad. Empezar a endulzar y a pensar en la intensidad.  Un día impreciso, con sus reuniones, sus imprevistos y compromisos, poco práctico, agotador, pero luminoso. Qué sensación extraña está de empezar semana con novedad.

Empieza septiembre

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Revolución lunar. La llegada casi inminente de la Navidad. La brisa sutil que surge después de la luna azul. El almuerzo de confesiones. El cansancio al terminar la semana intensa de trabajo presencial. El cielo plomizo del amanecer. El instante de terror en el que una bici aterrizó en el auto. La mañana en relajo absoluto dejando pasar el tiempo. Mucha música, guitarra en vivo y rock. Un poco de vino y de chocolate al mediodía. La tarde en ascenso. La luz, los pájaros, las flores y la compañía. Las conversaciones. Hablar de todo y de nada. Jugar uno y perder. Respirar y sentir. Subir por un camino de rocas. Reírnos en aquel lenguaje propio.