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Mostrando entradas de 2020

Todo cobra sentido

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A veces viene el agua A veces veo estrellas y pido deseos A veces imagino un mar de nubes y me sumerjo hasta el fondo A veces encuentro tesoros minúsculos entre las plantas A veces me sorprende el aroma del viento A veces empiezo el día con la luz preciosa del amanecer A veces llega el color entre la lluvia y el sol A veces me sobrecogen maravillosos atardeceres Descubrimientos apasionantes de este año curioso con los que he aprendido a vivir entre la fascinación y el asombro. 

Inolvidable

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Termina un año que nunca olvidaré(mos). Uno bastante especial, lleno de restricciones. 2020 nos sacudió, nos asustó, nos enseñó y nos llenó de agobios, pero sin duda, también nos permitió muchas alegrías. Se detuvo el tiempo, faltaron encuentros, abrazos, bailes y paseos, pero con el cariño de siempre celebramos la vida en múltiples ocasiones. Contra viento y marea nos adaptamos y nos hicimos grandes, cada uno afrontó como pudo, estuvimos a prueba y creo que seguimos en ello, pero resultó. No ha sido igual para todos, nunca lo es, pero avanzamos y disfrutamos.  2020 fue un año de riesgos, afecto, pérdidas.  De tristeza profunda e injusticia inexplicable en este país agotador pero maravilloso. Fue el año en que descubrí el placer de los ascensos en medio del cerro. El año en que no paseamos como nos gusta, pero en el que dimos rienda suelta a la creatividad para imaginar lugares diferentes. También fue un año de certezas escurridizas y añoranza. Un año de dolores y nuevas canas.  El año

Y a veces

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Es como si quisieran gastarse la vida rápido... prefiero la contemplación, ver las hojas al viento, las nubes bailando, los pájaros volando. Habrá tiempo para lo que tenga que haber, cada uno con su balanza, corriendo o pajareando. Tengo claro hacia dónde se inclina la mía.

Fluir de a poco

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Una ligera brisa y algunas gotas acompañaron el recorrido de hoy, el primero después de más de un mes de quietud y reposo.

La vida tal como es

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La excepcionalidad de la pandemia nos trajo una Navidad íntima y tranquila... bonita. Estuvimos solos, comiendo rico, compartiendo regalos, riéndonos. De la terraza iluminada en la que pacientemente esperamos la preparación de unas costillitas bbq, pasamos a la mesa decorada en la que como picapiedras devoramos aquel manjar y otros más, para todos los gustos, además, claro, de los infaltables buñuelos. Después nos instalamos en la sala a la tradicional repartición de Papá Noel. Con algo de ansiedad por descubrir su regalo, el jovenzuelo amorosamente entregó tarjetas y varias sorpresas hasta que llegó a la de él y hasta ahí fue.... tuve que reemplazarlo. No alcanzamos la media noche, pero casi. La vida son estos instantes, las risas y la compañía. La vida que me gusta es estar con quienes quiero y me quieren y en este año de cambios abruptos, de encierros e incertidumbre hemos tenido suerte una vez más y hemos pasado un par de días lindos y tranquilos en nuestro lugar favorito, cálido y

Reflexivo

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Nuestro espacio, acogedor y amable, ha servido de escenario para disfrutar la ruralidad, su serenidad y color, además de pequeños manjares que nos ponen el corazón contento. Que no se escape este tiempo, que se quede con nosotros un ratito más porque quiero conservar la sensación de que todo ocurre más despacio por acá, que se puede saborear mejor… o será quizá porque me he propuesto un ejercicio permanente de optimismo, que no resulta tan complicado porque lo amenizo con el canto de los pájaros y el sonido del viento.

Alguna vez tal vez

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Virus y encierros de la vida moderna despejen el camino Mientras, sigo vagando por la vida en modo zen Sin prisas ni pretensiones Es que amanece tan bonito por acá

Ni mar, ni playa

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  El colorido campo de siempre, el que adoro, el que me rescata y me hace sentir profundo, con su brisa aromática y su brillo fascinante.