Esto, aquello y lo demás también

Sola. Escuchando el sonido de los pájaros e imaginando historias contadas por las nubes que no paran de bailar. Siento fascinación por su movimiento. Pausado. Veloz. Me encanta. Reflexiones en desorden El poder de la imaginación salva. Recuerdo aquellos días en Santiago en los que tenía tantísimo tiempo. Subía al metro con destino a ninguna parte. Iba y volvía. Caminaba un rato largo, subía a veces a un bus, miraba por la ventana. En silencio. Veía gente, mucha gente, innumerables sucesos, armaba un espectáculo cada día, el de la vida misma. En ocasiones... hay de todo en mi cabeza excepto el trabajo. Quiero tiempo para estar siempre leyendo, caminando, escribiendo, contemplando, no para enfrentarme a las tareas rutinarias y obligatorias, aquellas por las que me pagan... aunque justo por esas es que necesito que el día tenga más de 24 horas. A veces pienso en el reconocimiento, en la necesidad de poder vanagloriarse de algo. Los que no son, buscan tener. La verdad es que no sé lo que e

Ahora creo que ni siquiera son en borrador sino un poco, o muy, borrosas.  Bueno, son solo líneas protagonizadas por un par de excéntricos personajes, que entre sus múltiples ocupaciones, abrieron espacio a una serie de encuentros que tienen algo de prohibido y de imposible. Es raro esto Se miran y se funden en un abrazo imaginario. Buscan saber con certeza que lo que tienen es de verdad. Intentan liberarse de convenciones, procurando ser prudentes, pero resulta ser que caen inmersos en una relación transgresora que los mantiene al límite. Lo prohibido de su contacto comenzó a ser ignorado. Hasta entonces, cuando no estaban solos, la insaciable lujuria era apaciguada con caricias silenciosas y miradas sensuales, pero sin darse cuenta, se dieron permiso de sentir y fluir con las emociones que producían las miradas y de los besos apasionados dieron paso a encuentros de un erotismo desmedido en escenarios insólitos. Optaron por exprimir la esencia de cualquier encuentro, sin dejar asomars

Palabras en movimiento. Nos reímos contando historias que poco o nada tienen que ver con la realidad, pero que sí tienen sentido, uno muy divertido. Tomadura de pelo para arrancar la jornada. Por acá reconocemos el valor de las palabras, sin duda.

Desperté. Gotas de agua en la ventana. Imaginé un arrullo en medio del frío que invadía Sentí el olor a lluvia desde mi cama Dormí de nuevo, acogida por el sonido del agua y su ritmo relajante.  Soñé con ríos, con lluvia de flores, con campo y tierra húmeda.

Muchas versiones de un yo confuso, pero sereno. Personajes varios habitan en mi mientras avanzo en el camino. La imaginación compensa la falta de experiencia y de conocimiento y es fantástica. A veces soy la protagonista del libro o la serie de turno. Todas ellas no solo cuando leo, o me concentro en la pantalla, también en mis desplazamientos, sobre todo en la mañana.   Trayectos varios y filas del supermercado son escenarios apropiados para imaginar y disfrutar mil vidas. También para planear futuros y recordar pasados. La mente que no se detiene, a veces divierte.

Instantes diarios. Despertarse, preparar el desayuno, arreglarse, bajar las escaleras, salir a la calle, caminar, más lento, más rápido, llegar a destino, despedirse, regresar, detenerse en el parque, salir, otra vez caminar, de nuevo la calle, cambio repentino de ruta, los semáforos, los charcos, otro parque, llegar al otro destino. Descanso. Quietud corporal. Retomar. Así. Sin saber muy bien cómo, las cosas suceden. A veces los minutos parecen insignificantes, simples sucesos rutinarios… pero tal vez todo tiene valor. Cambian el día según una cosa u otra. Hay, en ocasiones, demasiada intensidad en un tic tac.

Ayer me visitó un pájaro. Revoloteó en el balcón como si lo conociera de siempre. No chocó. Me miró. Me miró más. Salió. Voló.  Y me quede ahí embobada un buen rato. Pensando de dónde había salido. A dónde iría. A veces pienso que me mandan saludos celestiales. Quizá solo fue un instante, repentino y azaroso, se esfumó tal como apareció. Un pequeño milagro.

La magia del campo regresó con todo su poder en la caminata del sábado. Anduve en absoluta libertad en medio de un entorno fascinante.  Me gusta marcar mi propio camino, aceptar imperfecciones, actuar sobre la marcha y adaptarme a las circunstancias. Así en la ruta y en la vida.  Ayer nuevamente me zambullí en mi faceta senderista. En el camino, durante la exploración, aparece la magia y es imposible no detenerse a oír, observar y agradecer el sol de la mañana. Es preciso avanzar con calma, confiando en que el aire frío despeja la mente. Es la montaña de siempre, son las flores habituales y los pájaros que siempre acompañan, pero todo se ve diferente. Es la naturaleza que estremece hasta lo más profundo.    

Continuación de la anterior. Hilando escenas en las que gente aparentemente sensata se transforma con comportamientos que escandalizan y enamoran en simultánea. Vuelve y juega Se habían abandonado, decidieron pasar página. Silenciar los deseos. Lo intentaron. Lo lograron. Se encontraron. Estuvieron bastante cerca como para reavivar las esperanzas de lo que fuera que tenían y dar rienda suelta a las pasiones que los atormentaban, esas con el toque poético que surge por la sensibilidad en exceso. Un brutal y excepcional encuentro, pensaron. Lo asumieron como mal menor. Fantasearon. Creyeron que sería algo vibrante, habían dejado volar su imaginación. Resultó inocuo, pero aburrido en extremo. No alcanzaron a imaginarlo, no así. Él sentimentaloide total, ella cruel y manipuladora. Merecían más, así que entre flashbacks de aventuras previas se adoraron y odiaron como solo ellos podían. Ella impidiendo hablar de amor, él entrando en aquel agujero negro, todo muy enloquecido. En los en los oc

Ideas como todas, quizá, con la opción de pulir, editar, transformar. Mejor comenzar. Era predecible Inútil pretender sorpresa. Tras la ardiente espera, invade la voracidad pasional y surgen desenfrenos de rincón, pero la necesidad de comprender más allá de disfrutar y la inoportuna sensatez arruinan el momento una y otra vez y hacen que todo se detenga. Quizá no ha sido nada pero ha significado mucho. No se olvidará, tal vez. Igual siempre queda la opción sumergirse en los recuerdos y sacudirse por las emociones, con la intensísima fuerza que trae la fugaz eternidad de aquellos instantes en una cueva. Quedan palabras no dichas y preguntas congeladas. Emociones que no se escriben, pero se perciben, así como los suspiros y la marea infinita de ruido que alborota las pasiones.

Caminar comenzando el día, sentir el viento, despejar la mente, imaginar qué quiero, ser feliz.  Caminar por los callejones, crear teorías disparatadas, reírme, entrar a los parques, regresar y ponerme al día con mis tareas, pero sin dejar de pensar en lo fantástico que sería un mundo sin compromisos, sin horarios, ni tráfico, ni inseguridad, con montañas verdes por todos lados, aire tibio. Puro hedonismo mañanero.

El día entre cosquillas y abrazos, nunca besos porque se resiste a ellos, desde siempre, salvo por los que me deja darle en la cabeza. Pese a contradicciones, miedos e incertidumbre, me encanta mi papel de mamá. Hago lo que puedo y aunque cometo muchos errores y muy a menudo, con mi forma de procesar la existencia y los aconteceres del mundo, y con muchísimo amor, cuido, protejo, abrazo y animo... Aun así, la distancia entre lo que intento y lo que logro es amplia, tengo mucho que aprender, mucho que entender, pero por suerte mi hijo es a pesar de eso y es mi mejor regalo. Soy feliz de ser tu mamá, tesoro mío y soy feliz de ser tu hija, madre bonita. Gracias por estar siempre, por soportar mi rebeldía, por dejarme ser y sobre todas las cosas, gracias por quedarte otro rato por acá.

En medio de mañanas frías y tardes heladas siento la existencia tan frágil, tan efímera, veo almas que pasan a gran velocidad, contemplo la caída de las hojas que se dejan llevar por la brisa y me ausento. Creo que a veces aparento normalidad, pero no hay tal. Pienso en no siempre escribir todo lo que pasa por mi mente, tampoco compartir todo lo que escribo, quizá escribirlo, no compartirlo. Tal vez no pensarlo. Mejor abrazarme al viento.  Llueve, pero aparece un breve destello y recuerdo una suma de conversaciones que se desvanecieron hasta quedar en nada.  Sin embargo, algunas me atraparon para siempre, permanecen.  Mezclo recuerdos con emociones, sin sentido, pero con fotos, por eso paso por acá. Por eso leo mi yo de hace meses, años, no soy la misma, aunque un poco sí.  

Nuestra realidad, rica y compleja por la diversidad de asuntos, paisajes, historias y herencias que en ella se suman, no ha dejado de ser tormentosa.  Es amarga y conmovedora, y nos confronta a diario, pero no está  de más confiar en que todo estará bien, o mejorará.   No solo en estas latitudes habitan seres irracionales, oportunistas y enloquecidos por el poder y la ambición, quizá no son tantísimos, pero sí hacen mucho daño. Frente al espejo, con más información de la que me gustaría, confirmo que no puedo ir contra mi naturaleza.  Pasan los años y sigo sin maquillaje y sin tinturas, con el pelo cada vez más canoso y las ojeras coloreándose poco a poco. Me gusta dormir, pero a mi cuerpo parece que no tanto, aunque el promedio de horas es bueno, podría ser mejor, sin duda. Pero, a veces, me gusta quedarme despierta oyendo los ruidos de la noche.   Frente a la lluvia, pensando...

Impresiones y recuerdos de un día como hoy hace muchos años.  Vives en mi corazón, sigues ahí, a veces también estás en mis sueños, de vez en cuando te recuerdo con alguna canción y ocasionalmente te encuentro en la mirada del peque o en mi reflejo en el espejo. Atesoro bonitos recuerdos a tu lado, muchas carcajadas y también mucho consentimiento. Nos lo diste todo pá, nos compartiste lo sencillo y valioso de la vida e hiciste que todo pareciera fácil. Fuiste paciente, amoroso y comprometido con nosotras siempre. ¡Cómo no extrañarte!  Hace veinte años ya que celebramos tu último cumple, en la distancia brindé contigo, debimos hablar supongo, seguro te sentí feliz... te gustaba mucho este día.  Aquí estuviste, y aunque ya no estás, sigues estando.

Se fue abril con sus nubes y aguaceros. Llegó mayo con cielo despejado y ambiente tibio, no sabemos si permanecerá, pero mientras esperamos nuevos días, aprovechamos un tanto de sol y fijamos vitaminas. Avanzaremos por las curvas y encontraremos el camino, aunque creo que esto no lo arregla nadie y un día parece más complicado que el otro, aun así. Que sea lo que sea, pero que sea mejor, es justo y necesario.

Salir a pasear, a veces, muchas veces, casi siempre, para qué engañarme, es de lo que más me gusta. Ir en familia y ver a la familia también me encanta, así que con la suerte de un cielo despejado en domingo después de lloviznas intermitentes en sábado, pasamos un par de días de lujo.  La compañía, los pueblos de siempre, las risas por lo mismo y por las novedades, aquellas cosas simples que nos ponen contentos. Recorrer caminos de infancia, los pueblos de siempre con sus plazas típicas, ver cosas nuevas en algunos, conocer otros espacios, caminar en calma, compartir y disfrutar... Todo va muy rápido y viene bien encontrarse y brindar. Un par de días para respirar otros aires, pensar en los trayectos recorridos y sentir el cariño de la familia.