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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Estar en movimiento

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Septiembre ha sido especial, no solo cambiamos de año escolar, el peque cumplió y de a poco tratamos de retomar actividades que nos recuerdan que el mundo puede ser una fiesta; también, en busca de un extra de paz, emprendí caminos para sentir la naturaleza más cerca .  Puesto sobre la mesa el cariño inmenso y especial que siento por las montañas que rodean nuestro hábitat y curiosa por saber si era o no capaz de llegar a la cima, poco a poco fui avanzando y alcancé los más de tres mil metros que tiene el páramo. Después de ver que por acá se graduaban de campeones de montaña, tenía que intentarlo también. El plan me está encantando y aunque me canso, me fascina sentir la fuerza de la respiración, buscar mi propio ritmo, ir aprendiendo que el esfuerzo no puede ser el mismo en todo el trayecto y compartir recorrido con ocasionales acompañantes... aquellos ciclistas que se rinden ante la pendiente y descienden, pero siguen a pie.  Con decisión inusitada, valentía y mucha ilusión, sumando

De emociones y sensaciones

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Expectante y dispuesta decidió dejarse sorprender. Así anduvo en un comienzo, despojada de prejuicios y procurando ahuyentar los miedos. Resultó que la actitud obró el milagro: palabra a palabra empezó a disfrutar el caos creado y la incertidumbre permanente. Decidió sentir, dejar el escepticismo, imaginar e intuir, reconociendo que así podía ser mucho más feliz. Poco a poco se sumergió en la onda intimista y relajada de las conversaciones, abriendo espacio a disparatadas palabras que estremecieron, emocionaron y divirtieron por igual. Pasaron por todo en aquella relación indescifrable, incluso pensaron alguna vez que todo se trataba de palabras inútiles escritas en conversaciones vacías. Sin embargo, la vida, que puede ser espantosamente cruel, a veces abre puertas y va descubriendo que siempre asoma una rendija por donde encontrar magia... Por eso eligieron aprovechar el placer de esos momentos de espontaneidad pura que brota del alma y fluyeron disfrutando el encierro.

En otro mundo

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De nuevo te di vida en sueños. Estabas un poco diferente, sin rostro identificable, te refundías entre algunas personas que estaban cerca. En medio de un aire ligero, bajo un cielo azul profundo con espesas nubes blancas, inundabas el espacio que ocupábamos. Aunque no tenías la cara de siempre, de hecho, no tenías cara, sabía que estabas allí, en silencio, observando, opacando todo lo demás, parecías tan real... Pasó el tiempo, breve quizá, y te empezaste a evaporar, dejé de verte, no te sentí más. No quería perder la sonrisa que recordaba ni la mirada decidida que tanto me gustaba, pero fuiste perdiendo luz, te apagaste lentamente.

Un estupendo festejo

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Si que sí, llegaron los doce y tuvimos celebración pandémica, sin alboroto multitudinario, pero con sorpresas, torta y velas que se soplaron con pasión para que se cumplan los deseos.  Lo mejor, con menú de la tierrita que disfrutamos un montón, con risas y rebeldía fotográfica. Pues eso, una maravilla celebrar.

Tic Tac

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Otro segundo de la vida que transcurre y así sigue esto, avanzando sin que apenas nos demos cuenta. Doce años han pasado ya desde que entraste en escena en ese lejano y emocionante 2008. Es momento tesoro mío de agradecer infinitamente por tu vida. Esa vida que ha llenado de color la nuestra porque, definitivamente, todo es más bonito desde que estás por acá. Me fascina ser tu mamá, te lo he dicho ya.... siempre me has visto humana e imperfecta, aún cuando se supone que debía ser la "más", identificabas con cariño cada una de mis fallas, ahora lo haces más, claro, y lo disimulas menos, pero aún así siento lo mucho que me entiendes y me encanta tu espontánea sonrisa feliz cuando me miras. Me reconozco en tus gestos y encuentro a veces mi mirada en tus ojos maravillosos y sin duda, me gusta. Y aun cuando mantengo vivos los más adorables recuerdos de aquellos años de inocencia infantil, amo la persona que eres ahora y me encanta que en esa búsqueda de espacio propio, en la que e

Felicidad natural

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En medio del caos del país que habitamos y de la crisis por el virus aquel, hemos disfrutado un domingo de paleta después de un ascenso intenso y de graduarnos como campeones de montaña, unos en bici, otros a pie. La semana que pasó tuvo múltiples m omentos felices y otros que no lo fueron tanto, sin embargo, por fortuna, en nuestro ambiente tranquilo, anduvimos por ahí, caminando por caminar, oyendo pisadas, viendo las golondrinas migrar. Entre intensos días de trabajo, hicimos pausas solo por el placer de ver el movimiento de las nubes y, con tapabocas y distancia biosegura, el finde partimos a la montaña, a recorrer y a disfrutar el color Seguimos a flote en estos días pandémicos del presente, procuramos plácidos y dulces sueños, celebramos descubrimientos gastronómicos con acelgas de la huerta y no desperdiciamos ocasión para compartir postres bajo el sol sabanero.   ¡Qué bien se está los fines de semana, que bien se está por acá!

Entre lo bonito y lo misterioso de la vida

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Me encanta el olor que trae la tierra mojada después de la lluvia, me entusiasma ver el movimiento de las nubes y me fascina descubrir los pájaros cantantes.  Adoro también el colorido de las flores y me maravillo con el azul tan azul que a veces tiene el cielo. Me asombran los múltiples retazos de diferentes verdes en una misma montaña y disfruto sentir la brisa helada del amanecer en mi cara. Colecciono atardeceres dorados y me ilusiono con las noches estrelladas.  El sonido del viento y la oscuridad de la noche me gustan siempre, pero por acá, un poco más. La inigualable belleza natural del campo le da otra dimensión a la existencia y sí, a veces la vida sabe a helado de chocolate.

Septiembre con sabor a sandía y olor a eucalipto

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 Instantes cotidianos de estos tiempos extraños que nunca olvidaremos.