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Mostrando entradas de agosto, 2022

Miércoles capitalino

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Tengo sueños, a veces con tintes melodramáticos.  Otros de intolerables indiscreciones de mi parte.  Algunos más de encuentros, despedidas, celebraciones.   En otros hay luna llena y abrazos. Creo que han sido tres o cuatro noches en las que veo personajes en una especie de inmovilidad perpetua, movidos como marionetas, los conozco, creo. Anoche la atmósfera helada del páramo y el inmisericorde frío sabanero me congelaron, en el cerro contenta y yerta, extraño. Además, el viento intenso y las nubes oscuras me rodearon, pero no tuve miedo, parecía tranquila. En fin, parece que ha sido una suma de lo que ocurre en mi vida 1.0 tergiversada con algo de caos y atardeceres coloridos. Eso, solo un instante en el que me fijo en transeúntes, algunos como zombis, tristes tal vez, no sé, con la mirada perdida, otros más que veo elocuentes, contando por ahí alguna anécdota y mientras tanto me elevo y recuerdo mis historias de las últimas noches. La pausa de sobremesa.

Final de temporada

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De regreso a la city. Despedida del lugar de los afectos. Volver a Bogotá, verla derrotada, congestionada, oscura y maltratada. Esperar un rayo de sol y cielo despejado para que los cerros hagan su magia. Mientras tanto estamos listos para comenzar por acá. De nuevo iremos por la vida a otro ritmo, el de la urbe. Me gustaría vivir la vida que quiero todo el año… en el campo casi siempre, de paseo también, algún día quizá.     Por ahora me preparo para los trayectos al trabajo, planes con amigos, recorridos en transmi, aquello que constituye la vida diaria en la ciudad. Sigue siendo mi casa y en medio del ruido, el desorden y su tráfico del mal, ocasionalmente encuentro algún oasis y espero saber aprovecharlo.  

Lunes de agosto

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Último comienzo de semana en este mes de vientos que estuvo escaso de brisa, con pájaros en la cabeza y mariposas en la panza, en lugar de cometas en el cielo. A veces me complico la existencia con preguntas, me las hago todo el tiempo. Tenemos dudas, círculos que cerrar y ventanas que abrir. Inevitables piedras en el camino que sortear, o evitables, pero inolvidables. ¡Lo que tenga que venir, vendrá! Mi reflexión del día en este, mi lugar favorito, donde mente y cuerpo se relajan y se detiene el estrés.

Reposado y apacible

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  Caluroso también. Así el finde. Una oportunidad de contemplar paisajes diferentes y celebrar otro año de amor. Un paseíllo cerca que resultó un lujo a todo color. Un par de días cubiertos de emociones, atenciones y abrazos, con dosis extra de belleza bajo un cielo azul. Cambia el acento ligeramente, también el olor, vemos otros árboles… es el trópico y sus bondades. Después de llenarnos de calor, de comer delicias de la zona, atravesar puentes, subir y bajar por calles repletas de pasado, de un ayer que parece haber sido fascinante al lado del río, regresamos con el corazón contento, un tanto dorados y también ligeramente picados. Esas pequeñas cosas. Vivir y sentir este país, sus caminos y su gente, en plan relajado, nos va llenando de lugares, momentos y recuerdos que no quiero que se escapen, por eso quedan por acá. Pd. Volveremos por empanadas de plátano maduro con lechona tolimense.

Es bonito tenernos

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En cualquier circunstancia amor por encima de todo, así desde que comenzamos esta vida juntos.  Todo un mundo desde aquel final de siglo en el que, con ilusión y mucha emoción, comenzamos una bonita aventura. Y aquí seguimos, con las rarezas de cada uno, con toneladas de afecto, con discrepancias a veces e ilusiones casi siempre. Así hemos superado torpezas y errores y nos hemos rodeado de alegría y de mucho cariño... Porque el tiempo avanza pero yo recuerdo, y me gusta lo que ha sido....   Sucedió y lo agradezco. Tengo la enorme suerte de tenerte a mi lado y me siento feliz y afortunada por eso. Amo tu dulzura y complicidad. Pasa el tiempo y crece mi admiración. Me enamoré hace mucho de tu voz, de tus palabras, de la manera fascinante en que me cuentas lo que te gusta y de un largo etcétera. Me encanta disfrutar a tu lado el placer de lo sencillo y nuestras rutinas simples.  Tú sonrisa cuando me miras, esa mirada capaz de generar la confianza necesaria para afrontar la vida de una man

Pensando en finales

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Por alguna extraña razón voy descubriendo una parte de mi vida, de mis emociones y algunos de mis sentimientos más íntimos, mi pequeño caos personal. Quizá creo que vendrá otro cierre, otro volver a empezar, no sé. Repaso las imágenes que quedan. El tiempo compartido. Las aventuras disfrutadas. Aprendizajes varios. Dejar atrás espacios de la que ha sido mi realidad por un tiempo.  Hay muchas oportunidades fuera, seguro… sucede que es difícil verlas, quizá un cambio de perspectiva sea necesario.  

Retazos de esta semana

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Lunes. Tomando fotos por el mismo campo, en búsqueda constante. Me gusta encuadrar flores. Las veo a distancia, su color borroso. Las enfoco, quedan para la posteridad. Adoro la sabana y sus paisajes, me gusta su verde. Martes . Ejercicio para comenzar el día, saltar y saltar, con la mirada en el horizonte estiro cada músculo del cuerpo, levanto poco peso, pero cada vez hago más repeticiones… empieza a gustarme. En la tarde volvimos a la city. Vi inmigrantes en el trayecto. Imagino su viaje hasta acá, su soledad, su miseria, sus ganas de volver. Somos frágiles, pero algo tenemos de inquebrantables. Miércoles . Un largo entretanto entre dos gobiernos crea el ambiente propicio para vaguear y no hacer mucho, pero las decisiones del país alguien las tiene que tomar, así que aunque no seamos nosotros, nos reunimos para abonar terreno. Retomar actividades en la oficina con sus asuntos, sus tiempos muertos, sus risas, el café malo, el almuerzo compartido, cosillas que trae la presencialidad,

Brevísimas de martes

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Un rato de ansiedad nocturna porque, curiosamente, siempre que me arriesgo un tanto durante el día, por mínimo que sea, no proceso la sensación en el momento en que ocurre sino cuando empiezo a quedarme dormida.  Cuando ya sé que nada puede suceder, justo ahí, se apodera de mi un poco de miedo.  La noche del domingo no fue la excepción. Ayer pensé en terminar contrato, otra vez, incertidumbre laboral, de nuevo. Todo es un sinsentido, pero me tranquilizo, porque también esto pasará. Supongo. Hoy, en medio del cerro. En mitad de la nada. El sonido de la naturaleza. La vida. Absolutamente hipnotizante. Mañana me espera la ciudad.

Zoom al finde

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Comenzamos el fin de semana con un recorrido al pueblo cuando aún no terminaba la tarde. En busca del habitual café partimos cerro abajo al lugar de siempre y después nos aventuramos a un recorrido nuevo, a ver cómo se oscurecía desde otro lado. Encontramos una vista bonita y así finalizamos la semana. El sábado compartimos medias nueves bien acompañados. Recibir visitas y pasar la mañana entre la ligereza de la rutina sabatina y la alegría por los encuentros estuvo ideal, sumado a que jugamos un tanto con Charlotte y desafiamos la gravedad en una barra improvisada. La tarde anduvo movida, desde el almuerzo, sabroso y contundente, pasando por compras de tipo doméstico, hasta que regresamos en la noche, exhaustos preparamos algo simple y no alcanzó la energía para nada más. Ayer en la mañana visitamos la montaña más alta de los alrededores. La emoción es siempre como la de la primera vez, parece fantasía porque me pasa cada vez que subo. El páramo ejerce ese súper poder en mí. Según

Ligera transformación

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El tiempo gastado en el transmilenio, en esos trayectos que resultan interminables y agobiantes, a veces se nutre de historias de la fauna capitalina… una que otra interesante, o entretenida, al menos. Hace unos días, de la nada surgió un momento de sinceridad de una pasajera, uno que atenta escuché a respetable distancia, sin incomodar a la protagonista y a su oyente, quien solo asentía y poco comentaba. Final anunciado Me cansé de engañarme, de contarme historias para no entrar en conflicto. Me despertaba absoluta indiferencia antes, pero ahora la atracción no desaparece y disimular mis sentimientos dejó de ser opción. No. Nunca. Jamás. Eso era lo que siempre pensaba. Pero eso que poco pretendía, terminó por abarcarlo todo. Se me fue de las manos. Es ahora parte de mi caos personal. Basta una mirada para sentir una punzada de placer inmediato. La confusión emocional que los encuentros fugaces me provocan, sobre todo cuando me rodea el silencio, hace que desaparezcan las certeza

Placeres campestres

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Placeres que se vuelven refugio. Volvemos costumbre lo que nos gusta mucho. Desayunar. Volver a la cama por unos minutos. Ponerse al sol a primera hora. Saltar un rato. Estirar el cuerpo. Respirar, cerrar los ojos, pensar, respirar de nuevo, escuchar el silencio, abrir los ojos. Así. Empezar la jornada. Pasar la sobremesa al sol, sin pensar en nada; haciendo fotosíntesis bajo un inmaculado cielo azul. Perseguir atardeceres por los alrededores. Partir en busca de bonitas puestas de sol. Regresar a la casa en ese momento mágico entre la tarde y la noche. Poner la mesa, compartir algo ligero y un par copas y jugar cartas, reír y ganar. Así, sumando momentos fantásticos, vamos haciendo el día.

Un día veraniego

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Ocurrió el primer sábado del mes. Llovía, una llovizna suave con cielo muy gris y ambiente frío. Madrugamos igual, partimos como estaba planeado. En el camino se fue despejando de a poco, el agua dejó de caer y las nubes tímidas se fueron moviendo para que los rayos del sol nos alcanzaran presurosos. Después de un par de horas llegamos a destino. Namay. Ese día hubo ferias y fiestas, habían empezado desde el viernes, a pesar de nuestra ausencia, o aprovechándola... la música y las copas eran parte del escenario, aunque lo que se aproximaba era el desayuno.  Colorido, dulce y al aire libre. En nuestros encuentros, escasos últimamente, el viento siempre está a favor. Planes tranquilos, divertidos y relajados. Hemos llegado ya al punto de recordar lo que fuimos y vivimos hace años. Hemos cambiado, claro, un montón, no solo de trabajo. La vida nos ha llevado por caminos diversos, pero la esencia de lo que somos se mantiene y la complicidad sigue ahí. La mañana soleada se esfumó y dio