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Mostrando entradas de 2024

Inquietud

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  A veces te encuentro genial e irresistible, otras tu mirada me acaricia, en ocasiones extraño tu dulzura, tu presencia me llena de incertidumbre y siento que me falta una sonrisa tonta. De vez en cuando quiero quedarme contigo en el lugar de los sueños… En oportunidades me llena tu profundo y profundo suspiro, como cuando distraes mis sentidos. Quiero echar raíces, pero llegan tus susurros sin apenas ruido. Te presento a mis fantasmas cuando tus gestos y silencios me dicen tanto. Divago, divagamos. Siento lo de siempre, pero más intenso. Quizá ignoro la razón, prefiero considerar la emoción. Eso.

Cuesta arriba

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Empezó muy pro, con estiramiento y tal.  Arrancamos algo lento, pero firme, y paso a paso fue mejorando. Un ascenso multitudinario en el que compartir planes, novedades, alegrías o anécdotas fue la constante. Hablamos de todo y de nada. Un recorrido de quejarnos e ilusionarnos. Un soplo de aire fresco, algunas tonterías y muchas cosas bonitas de miércoles comenzando mes en plena montaña exuberante de aromas y colorido. Monserrate nos recibió con todo su esplendor y sus cientos de visitantes, después de una ruta en la que se escuchaban juegos, voces, risas, conversaciones y relatos de todo tipo. Entre todas las cosas que me ponen contenta últimamente, subir el cerro es una de las que más me gustan, me hace respirar despacio, convencerme de que esta tierra es mágica y sentirme acompañada. También rejuvenezco, me siento fuerte. Con todo por delante. Me encanta. Después de un leeeento desayuno en Andrés, terminamos la jornada superando marchas, batucadas, bubucelas y consignas pro sindical

En estado puro

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Frivolidades, profundidades, lo divino y lo humano, lo de siempre no más, con su toque, por supuesto, el de la complicidad de muchos años juntas en aquellos días lejanos en los que la curiosidad lo era todo.  Un grupo que un día, hace algo más de treinta años, se deshizo, pero aunque solo a veces hay reencuentros, algunos más concurridos que otros, y a pesar de que algunas parecen ser personas diferentes a las que recuerdo, aunque algunas llevan vidas de película y otras de novela, aun así, compartir ratos como el de anoche alegra el espíritu y engrandece la forma de ver el mundo. Les tengo un cariño inmenso, sin duda. El entusiasmo, los brindis y los recuerdos energizan un montón, y volvernos a ver y reír a carcajadas es un bálsamo que nutre el alma.  

El flujo de la existencia

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  Emociones, sensaciones, estados de ánimo de abril, con lluvias, no mil, pero lluvias al fin. Caminos, planes, palabras, encuentros. Un mes de sol y del regreso del agua, profundo y feliz. Caminé, escribí, cociné, incluso bailé. Mantuve el silencio, pero también hice algo de ruido. Anduve por caminos solitarios y silentes y disfruté rutas en compañía con el encanto de las conversaciones. Me permití vegetar un tanto, quizá mucho, pero también trabajé intensamente comenzando mes, igualmente después, pero con intensidad moderada. Volvió el descontento también, ese que surge al constatar —una vez más— que líderes y autoridades definitivamente no están a la altura de las circunstancias. Bueno, como ciudadanos tampoco es que estemos haciendo mucho por un futuro más verde, más humano, más justo, más inclusivo, más saludable. Nos dejamos llevar por la estela de descontrol que invade y parece que solo nos quejamos. En fin… avanza 2024 y va quedando la alegría de esos encuentros que quisier

Instantes fulgurantes

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Otra vez lunes. Una mirada al mundo con esperanza y seguridad y otra azorada y sin rumbo. Del refugio y la calidez de un desayuno hogareño, un recorrido en calma con algo de frío mañanero, a la realidad y sus asuntos fantásticos… entre medio una conversación en la que surgen muchas sonrisas, algunas carcajadas con descontrol y otro tanto de ansiedad en esta vida de locos, nuestra forma de habitar esta dimensión que cada vez resulta más desconocida. Conocer el quehacer de personas que encuentro trabajando en mis recorridos. Descubrir de alguna forma su manera de ser y de estar en el mundo. Su entusiasmo a pesar de las dificultades. Sigo mirando lo cotidiano, la singularidad de la calle, lo sencillo. Encuentro una riqueza enorme en la diversidad de la ciudad. Hoy una conversación ágil en el bus, uno preguntaba y otro respondía breve, a veces no tanto, dejando ver lo más interesante de cada uno. Fue entretenido. Encontrar historias, con la emoción, el gusto y también el miedo de lo que

Sabanero

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Sábado por la mañana con panorama despejado, terraza arreglada, aperitivo y pasabocas listo; media mañana con gotas de lluvia cayendo del cielo gris, pequeñas nubecitas en crecimiento, brisa que anunciaba aguacero… Mover todo al interior de la casa. Cerca de mediodía ya no llueve. Llegan los invitados, otra vez al sol… así un poco la jornada. Afuera y adentro, con calor y no tanto frío. La vida laboral absorbe con frecuencia toda nuestra energía, a veces, cuando sube la marea, no queremos más teams, ni correos, menos reuniones presenciales. Es justo ahí cuando preferimos salir de la monotonía y abrimos espacio a ratos de relajo, risas y asado. Cambiamos la cotidianidad profesional llena de prudencia y discreción por un día de oír banda, cumbia, reguetón, vallenato y muy poco pop. Todo diverso y mezclado como el menú, para carnívoros y vegetarianos, con obleas cuidadosamente preparadas y postre de limón friamente calculado. De la mismísima juventud hasta la experiencia acumulada. Una

Vuelta a la historia

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Le ha pasado de todo, bueno y malo Mantiene la ilusión, busca nuevos horizontes y Se queda con lo más bonito Las personas que acompañan cada día Los que impulsan cada paso   Su ser acontece entre el campo y la ciudad Va un poquito a ciegas Abraza la soledad Se enfrenta a la frustración Se despoja de la culpa   Deja fluir sus deseos No le importa estar fuera-de-lugar Desconoce el peligro del exceso Prefiere pasear a primera hora de la mañana Y celebrar los pequeños triunfos   Se apropia de su tiempo Le da igual dejar de ser productiva todo el tiempo Se permite una y mil interrupciones Pone pausa si le da la gana Podría ser peor

Interior

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  El amor en todas sus variantes es verdad, me digo, es verdad.   Fue un encuentro líquido, un amor atrevido. Pudo  ser vivido por nosotros. Pudo ser inventado. Nos escondemos detrás de  máscaras y lo difícil, como siempre, es descubrirnos. Descubrir todo lo que no somos,  sentirnos otros por dentro, sentir que el mundo gira en  sentido  inverso. Pero la belleza de los sentidos, la emoción de las palabras y de los silencios son magia que no quiero romper, por eso, cuando llega la hora de irse prefiero soñar que permanezco, para seguir hablando, seguir amando, seguir viviendo toda la noche.  Otras cien palabras

Sensorial

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Esperando el regreso de un viaje a lo incierto  bajo la lluvia, en medio del aire tórrido de esta noche y de los fríos tonos de la ciudad Abandonar la melancolía y esa pesadez de las caras adustas de los transeúntes  Creer en ese instante que vuelve  para unir el corazón, advertir nuestros latidos  al unísono  mecernos con su ritmo sincronizado  Percibir la tibieza de tu cuerpo  encontrar cobijo, despertar la pasión con el pulso acelerado  Compartir mil emociones, una fuerza que estremece  Estar, sin miedos, ni dudas.  Dejar la soledad, encontrar tu cercanía y el calor de tu abrazo      Siguiendo con cien palabras

Mirando más

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La vida empieza a las 8:30, cuando el vendedor de aguacates instala su puesto en la esquina. Antes silencio urbano, ruidos domésticos. Una vez la mesa tiene su producto en exhibición, llegan los instantes de luz resbaladiza, esa que surge después de muchos minutos con la mirada fija en el tronco del árbol que le procura sombra. El vendedor ha encontrado un modo de darle la vuelta a su historia, despojarse del tedio ante la vida cotidiana, huir de convencionalismos, no fijarse en el teléfono móvil, y despertar la imaginación y los sentidos allí sentado, observándolo todo. El tronco en las primeras horas, las ramas un poco después, la mirada profunda y su rostro pensativo. La mejor actitud cuando alguien se asoma, busca, pregunta, compra. Sus conversaciones breves y alegres con los vecinos. La sencillez de sus días de lunes a sábado. 

Impreciso

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Una nube que me nubla la cabeza No tengo fuerza, estoy agotada y no sé de qué Una noche que atormenta. No puedo dejar de pensar Si puedo, claro. Pierdo la atención fácil Le doy demasiadas vueltas a todo. A veces a nada Los pensamientos van y vienen a su antojo Pero en ocasiones los controlo. Pocas Pienso en todo y en nada. En ayer y en mañana Me invaden las dudas, abundan Se amontonan posibles respuestas. No satisfacen Surge una luz cálida. Sutil Un descanso, un paréntesis. Hacer una tregua Que todo siga bien o mejor si se puede.       Otras cien palabras

Todo a la vez, otra vez

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Cae por un abismo, emprende el vuelo: Apasionado, exaltado y sensual Tanto con tan pocas palabras: Dulce, intenso y animal Una parte escondida en el silencio: Atrevido, ardiente e irracional Guarda un secreto e intenta un viaje: Tórrido Regresa del caos y la oscuridad: Inclemente, cruel y salvaje Convergen varias perspectivas: Complejas, múltiples y diversas Todas ellas tienen su parte de verdad: Resquebrajadas, fracturadas y sólidas Una de ellas trata de imponerse. Es un nudo que se deshace. Indiferente y en contra del sentido mismo.

Cambio de dirección

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Me sumerjo en las ganas de aprender, pero aparece la dificultad para escribir Me invade el vértigo cuando descubro palabras nuevas que quiero dominar Me angustia pensar que no alcanzaré a leer todo lo bueno, buenísimo que hay por ahí Me sorprende lo lento que avanzo, peor aún, que no avanzo nada Me lleno de historias que no puedo estructurar, desconozco enlaces y finales Me cuesta imaginar la verdad, aparece con facilidad la obviedad Me debato entre poema, microrrelato, cuento o crónica Me aburre seguir en mi propia historia, necesito un giro, lo intento

―denota negación―

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Permanece dando vueltas en mi cabeza aquel primer mensaje, esas palabras escritas con ligereza desprevenidas, sin revisión ni edición aparente. Empezó así un juego, que nada tenía que ver con emociones ciertas, ni con nada que se le pareciese. Interés por conveniencia. Según leía, sabía que no serían más que mensajes improvisados, una forma de escapar, apartarse de la rutina, palabras sueltas que empezaron, lentamente, a hilvanar una historia. Y si intento olvidarlo ―el mensaje, la historia― regresa con ímpetu, vaga sin rumbo, sin destino ni retorno. No resulta extraño, más bien todo lo contrario. ¿Algo a punto de suceder?      Entrenando con un poema en cien palabras

Sin rumbo fijo

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Amanece. Un lindo jardín repleto de plantas, árboles y flores. Un verde intenso después de una lluvia larga. Explosión de colores. De pronto, un fuerte viento sopla cruelmente. La luz y el brillo se desvanecen. Los árboles quedan deshojados, llenando un escenario desolado y apocalíptico. Imágenes soñadas. Despierto abrumada, pero es de día.  Partimos al campo. Me sumerjo en los sonidos de la montaña y me dejo llevar por el fluir del agua y el rugir del viento. Convencida estoy de que el misterio y lo sagrado de la existencia están por acá. Camino e intento poco a poco entender el mundo, desvelar una sombra de conocimiento, aumentar la inquietud, la incomodidad, conocer cosas que se escapan, abrir una puerta a los sentidos, a las emociones. Aceptar con cuidado y cariño las pausas tranquilas. Esta semana llovió. Me vuelvo un poco niña, llena de ilusión, con las flores nuevas, por fin vuelve algo de brillo, sale la luz tras el color. Seguramente la fuerza del sol nutre más con algo de hid

Sábado urbano

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Despertar frío, pero seco. Ascenso multitudinario al cerro tutelar de la city. Un recorrido folclórico, democrático. Entretenido. Menos tiempo que hace unos meses en una subida con más intensidad. Adelantando a muchos, dejando atrás conversaciones sobre asuntos diversos, muy diversos; también pasando por alto, intentando al menos, los alimentos y sus aromas. Demasiado fermento en la ruta. El desayuno tardío. Lo acostumbrado después de llegar a la cumbre. Los panes de crepes que nos encantan, la taza de frutas frescas con marañones, nueces y almendras, la variedad de los huevos y el café que se repite. La visita a la peluquería que se prolongó porque la tarde fue invernal, ruidosa y con granizo. El agradecimiento por la lluvia y el caos vehicular que duro casi hasta que llegó el atardecer y se evaporó el agua. La noche musical. El concierto de Mon Laferte, la energía desbordada de la gente, el canto desentonado y a grito herido de todas, muchas.  La impresión del coliseo lleno, la

Nospi

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El paso de un tiempo compartido, el poder de un querer infinito, la distancia a veces instalada y lo contagioso de las risas estruendosas nos han traído hasta acá. Así, a veces, recuerdo que nos conocimos en la última y feliz década del siglo pasado, es decir... llevamos casi treinta años de habernos cruzado en el camino. Toda una vida. Nos gustaba bastante bailar y creíamos que no lo hacíamos del todo mal, seguimos creyéndolo, pero ya no bailamos, al menos no como antes. Tomamos una que otra decisión insensata e imprudente, pero por fortuna, no tan peligrosa, o tuvimos suerte, quizá. Acá estamos. Ahora que lo pienso, sí que tuvimos suerte y a decir verdad los noventa no fueron una década tan feliz. En realidad el país estaba sumido en una violencia irrefrenable. Estadísticas demoledoras eran el pan de cada día. Saltábamos de una tragedia a otra con una facilidad abrumadora, vivíamos en una sociedad apabullada y, de manera sorprendente, salimos, estudiamos, nos divertimos y seguro, t

Olvidos

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A veces, últimamente, tengo sueños múltiples en una misma noche. Me oigo llorar, me río, hablo, creo hablar, y abro los ojos. Tras el despertar no tan despierto, sin mucha consciencia, se me olvida todo, muy rápido. La fantasía nocturna queda atrás antes de fijarse en el cerebro y, por supuesto, muchísimo antes de convertirse en palabra. Queda solo la sensación de haber pasado por un montón de cosas. Algo permanece, queda sonando solo en mi cabeza, pero parece ser un run run nada más.  Así, run run como los recuerdos, esos que cambian cada vez que se rememoran. Eso dicen al menos, se acomodan al momento. Tal vez es así, pero, también últimamente, han venido a mi mente los juegos de infancia. Decir adiós a la gente desde la silla trasera del auto era divertidísimo, obtener respuesta de algún conductor o pasajero era insuperable, las risas estallaban con la bobada. La memoria suaviza o refuerza lo vivido y es posible que a casi todo le ponga más color del que seguramente tuvo, pero evoca

En el desorden de mitad de semana

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Las personas de esta mañana, solas, rodando calle arriba y calle abajo, no molestan. Circulan. Los perros, como sus dueños, tienen dos lados. El indiferente ante el estímulo, avanzando en calma, y el irascible que reacciona e incomoda. Tras la sorpresa y el susto de un potente ladrido, por inesperado, no circulé, incomodé un instante. Me atravesé. Activé plan defensa. Me enfilé hacia el cuidador. Busqué su mirada, lancé la mía poco amigable. Ese animal no debería estar sin bozal.                                                                ✩ Absorta en el capuchino con leche de soya, preguntándome por su dulzor y afectada por la miopía creciente percibía de fondo el sonido de la calle, sonidos muy particulares, los olores de la ciudad, las sensaciones térmicas que se elevaban. De cerca, presencias que llegaban por azar, miradas que incomodaban, también ruido. En medio, un roce casual y un susurro inaudible. En ese limbo indefinido percibí una mueca áspera que afeaba una cara que me

Por ahí...

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  Hace calor todavía, el sol brilla con una fuerza indecente. Todo es ardor, aire caliente, sofocante... el ánimo también está enardecido, todo cuelga de un hilo, parece. Pero ayer llovió. Trozos de nubes densas descendieron sobre estas calles que ya se han vuelto polvorientas. Es insuficiente para reverdecer, pero sí refrescó un poco la tarde. Veremos qué trae el día, ojalá más agua. Extra.   A veces creo que envejezco y paso por alto. En mi cabeza sigo veinteañera, mis piernas sienten lo contrario, pero están lejos de sentirse de cuarenta y muchos, rondando peligrosamente los cincuenta, eso creo que no. Todavía no olvido muchas cosas, sigo prestando atención, pero ayer me sorprendí confundiendo nombres, ja. Me burlé de alguno mucho más joven al que le ocurrió y, como muchas de las cosas de la vida, después me pasó. Es el tiempo. No se detiene. Está bien. 

Atreverse

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El escalofrío del momento entre la luz y las sombras, el humo y la euforia, tras el primer acorde el corazón se agita, deseando desde el fondo del ser que salga bien. Tocar guitarra, bajo, batería, cantar, componer, sudar, agotarse hasta caer rendidos, olvidar la presión, el público expectante, la exaltación de la tarde. Sale genial, sale bien, sale mal, sale peor. Vivir y disfrutar la vida, traiga lo que traiga. Así el domingo. Tras la emoción y la espera, llegó el día novedoso, y fue como si, de pronto, tras poquísimos ensayos, se nos descubriera una existencia oculta. Blind tyrant era una realidad.

Breves

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Empecé a revisar el material del curso entre una pereza casi de siesta no hecha y un cansancio provocado por el calor al que no me acostumbro en el altiplano. Me entusiasmé, dejé lo demás... Me dediqué a mis lecturas y olvidé un tanto el entorno. Incluso estuve con Charlotte durmiendo cerca del sofá, cosa que nunca permito. Pero soy inconstante. Desordenada. El impulso no duro tanto como debería. De una lectura llego a otra y busco más y empiezo a abrir ventanas y voy por un trozo de chocolate y decido darme un baño y salgo al jardín un rato y se empieza a oscurecer y me falta todo y estoy cansada y empiezo a hacer planes otra vez y le cuento a Pancho los planes y nos emocionamos de nuevo y seguimos haciendo planes y llega la noche y nos tomamos otra copa y se esfuma el sábado. Me entusiasmo fácil con mis planes al despertar, pero el fluir de la mañana del domingo desde el amanecer, sin salir de la cama, se va llevando lejos las intenciones. Me debato largo rato entre cambiarme y salir

Perplejidad

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Avanza abril, sigue el calor, el discurrir cotidiano, el extrañamiento de la lluvia y la preocupación por lo que se avecina con la sequía. El resultado inminente es que, incluso cuando resulta veraniego o primaveral en el mejor de los casos, Bogotá y la sabana se enreda en cuestiones hídricas amenazantes. La falta de agua nos mantiene en todo momento aterrados, el pasto seco y el paisaje amarillo inmersos en el pánico absoluto. Me encanta el cielo azul, pero necesito el contraste con el verde profundo al que estoy acostumbrada, este color ocre y el polvo que se levanta me tienen espantada. Hoy intenté caminata. La montaña está sedienta. El recorrido se hizo difícil bajo el sol radiante, me agoté como si hubiera llegado a las antenas, más allá incluso, y no fue tal. Caminar con calor es extenuante. Luego un intento de mediodía en la terraza, una carpita para aislar el sol, pero el viento furioso que llega y se lleva todo. Almorzamos al aire libre, pero nos doramos casi tanto como la c