Cuesta arriba

Empezó muy pro, con estiramiento y tal.  Arrancamos algo lento, pero firme, y paso a paso fue mejorando. Un ascenso multitudinario en el que compartir planes, novedades, alegrías o anécdotas fue la constante. Hablamos de todo y de nada. Un recorrido de quejarnos e ilusionarnos. Un soplo de aire fresco, algunas tonterías y muchas cosas bonitas de miércoles comenzando mes en plena montaña exuberante de aromas y colorido. Monserrate nos recibió con todo su esplendor y sus cientos de visitantes, después de una ruta en la que se escuchaban juegos, voces, risas, conversaciones y relatos de todo tipo. Entre todas las cosas que me ponen contenta últimamente, subir el cerro es una de las que más me gustan, me hace respirar despacio, convencerme de que esta tierra es mágica y sentirme acompañada. También rejuvenezco, me siento fuerte. Con todo por delante. Me encanta.

Después de un leeeento desayuno en Andrés, terminamos la jornada superando marchas, batucadas, bubucelas y consignas pro sindicales en el día del trabajador. Volveremos, sí, pero quizá más temprano.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―