Sin rumbo fijo

Amanece. Un lindo jardín repleto de plantas, árboles y flores. Un verde intenso después de una lluvia larga. Explosión de colores. De pronto, un fuerte viento sopla cruelmente. La luz y el brillo se desvanecen. Los árboles quedan deshojados, llenando un escenario desolado y apocalíptico. Imágenes soñadas. Despierto abrumada, pero es de día. 

Partimos al campo. Me sumerjo en los sonidos de la montaña y me dejo llevar por el fluir del agua y el rugir del viento. Convencida estoy de que el misterio y lo sagrado de la existencia están por acá. Camino e intento poco a poco entender el mundo, desvelar una sombra de conocimiento, aumentar la inquietud, la incomodidad, conocer cosas que se escapan, abrir una puerta a los sentidos, a las emociones. Aceptar con cuidado y cariño las pausas tranquilas. Esta semana llovió. Me vuelvo un poco niña, llena de ilusión, con las flores nuevas, por fin vuelve algo de brillo, sale la luz tras el color. Seguramente la fuerza del sol nutre más con algo de hidratación, equilibrio, como todo.   



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Cierta tristeza

A diario. Episodios mínimos de lo que va de la semana.