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Mostrando entradas de agosto, 2023

Ha sido bonito

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Cada momento, cada instante, cada foto y cada canción, todo cuenta. Muchos pasos, algunos encuentros, sonrisas, temblores. La luz, los colores, la brisa, la montaña, las flores. Me gustó agosto. Porque sí, porque no, porque yo qué sé… me gustó.    

Energía vital

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Al aire libre con el pelo al viento. Así fue el domingo pasado, una mañana de conectar con la naturaleza y de vivir un montón de sensaciones. Una clase de afroyoga cerca de una quebrada, bajo un cielo de un azul profundo y en buena compañía fueron parte de la jornada.  Con movimientos suaves e intensos acompañados musicalmente y siguiendo un ritmo lento a veces, trepidante otras, nos dejamos llevar y conectamos con el placer del sonido del agua y de las hojas de los árboles mecidas por el viento. Disfrutamos después una deliciosa taza de fruta con granola, todo fresco y natural, y finalizamos con una sesión liberadora de arte y algunas risas. Los días así me dejan con pensamientos alegres, casi esperanzadores.  Somos un instante en la inmensidad, por eso mejor amar con todo nuestro corazón, explorar con toda nuestra curiosidad y aprovechar nuestro breve paso por el mundo. 

Anotaciones de un miércoles de comenzar año

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Otra vez salir, dar la cara al mundo, ver la ciudad y su gente. Me desplazo a pie, prefiero, a veces estando al volante se convierte todo en peligro. Si no es la moto, es el peatón que surge de la nada o la bici que se atraviesa sin apenas darme cuenta. Amor y odio.  Bueno, no tan así, pero a veces casi. Así me relaciono con la city… amo sus montañas y su cielo, pero todo lo demás me produce un auténtico aburrimiento, por no decir fastidio, amargura, infinita rabia. De vuelta a clases. Todo listo para arrancar de nuevo, otro curso, un año escolar más que empieza y en el que ponemos ilusión para que las cosas resulten bien. Veo a mi hijo grande y creo que su emoción se diluye entre ansiedad por retomar y entusiasmo por reencontrarse con los amigos. Doce años ya de estos comienzos, qué increíble. Y a propósito de nada,  hay una constante en mi vida desde que puedo recordar. Me encanta desayunar. Antes, cuando peque, esperaba ansiosa el finde para tomar chocolate espumoso, queso derretido

No-se-qué

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Corría el último año del siglo pasado, llegaba de Turku, tenía que terminar la tesis, usaba ICQ, buscaba información de gasto público en países de América Latina. Pregunté al aire, a través de mensajería instantánea, por recomendaciones para encontrar fuentes disponibles…. No encontré. La tesis no fue con información comparada, sólo análisis local. La búsqueda no resultó lo que esperaba, tomó otro rumbo, uno mucho más interesante. Empezaron las conversaciones, cada dos, tres días, después dos veces por día, luego llamadas, cartas también, alguna foto por ahí. Descubrirnos, conocernos, encontrarnos, empezar a querernos, así como ocurre ahora, pero hace justo 24 años. Algo de locura, un acto de intrépida lucidez que pudo ser uno de peligrosa insensatez, permitió que un año después, en agosto de 2000, luego de un par de visitas, empezáramos a compartir apto. Era domingo. Guardo una imagen mental de mi llegada y de mi impulso primario por quitar unas cortinas rojas que cubrían la ventana d

Ascenso de sábado

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Salimos del apto de madrugada con una negrura brillante que nos acompañó los primeros minutos del camino. Llegamos a destino antes del amanecer, pero fue tarde, otra vez. Así empezó el día. Luego la mañana despejada con escasas nubes blancas esparcidas. El sol visitó la city desde temprano y bajo sus rayos tibios del despertar, subimos al cerro una vez más. El recorrido estuvo interrumpido, primero porque la mitad del equipo (mi hijo) decidió suspender mucho antes de la cima, después porque me detuve varias veces a respirar y a ver la ciudad, su aire poco limpio y la vegetación de la montaña. En el trayecto, junto a mucha gente, comencé a crear personajes y escenas de intriga, aventura y pasión. Muchos seres culposos subiendo descalzos, con cruz y biblia en mano, arrepintiéndose de qué sé yo qué pecados, inspiraron mis creaciones. Finalmente lo logré en 50 minutos. Me gusta llegar y sentir la energía de mi cuerpo después del esfuerzo, además ver desde arriba me fascina -aunque el rato

Insignificancias de un viernes cualquiera

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Y pues sí, ahí voy, en una constante búsqueda, a ver si en mi última década laboral consigo el espacio y la tarea apropiada. Pocos instantes realmente gratificantes en mi vida profesional, creo. No me quejo, pero, siendo objetiva, parece que no encontraré nunca algo que permanezca y que me apasione de verdad. Hago balance, repaso y sobresalen las mediocridades laborales. Sin embargo, trato de preservar de cada experiencia lo que me ha dado satisfacción y, sobre todo, los aprendizajes y las personas, aquellas que sobreviven a las inclemencias del tiempo. Y tengo suerte, justo eso se ha convertido en una muralla de resistencia ante las rutinas agobiantes. Llegamos a una oficina, establecemos vínculos, trazamos sentimientos, forjamos lazos, es la vida. *** Veo gente, la escucho y confirmo que no necesariamente por acumular tiempo de vida se es más sensato, a veces, incluso, todo lo contrario. Oigo o veo noticias y siento desprecio profundo por los malos y los indiferentes, pero, sob

De amarillo

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Así amaneció la ciudad después de una lluvia sin contención, ni control, una que nos acompañó toda la noche. Los alcaparros del barrio y de la vecindad despertaron con las flores en la calle. En la mañana, cuando salí a dar vuelta, seguían lloviendo flores, hojas y caían algunas gotas aún, pero se tranquilizó todo en breve y el aire estaba limpio y helado. Me gusta la sensación después de la lluvia, aun en la city se siente un ambiente tranquilo y maravilloso, bueno, muy temprano y lejos de las vías principales.

Inhalar… exhalar

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Continuando con los apuntes sobre lo que me pasa, lo que hago o cómo me siento, dejaré un par de notas del finde, otro que se va, uno largo, soleado con tormenta incluida… lo del cambio climático está para quedarse.  Mis planes por estos días estuvieron entre la quietud, las series, las hamburguesas caseras, y un par de caminatas cortas que me permitieron pasear a solas con mis pensamientos, llenándome de ligereza y libertad. Aunque confieso que sumergida en mis ideas me he dado cuenta, que no tienen ni pies ni cabeza, pero da un poco igual.  Adoro los sábados, pero con festivo, el domingo es mi día favorito y ayer fue genial. Visita familiar, tarde cálida, sobremesa extendida en la terraza, fantástico. Aunque antier no estuvo mal, después de la mañana en la montaña y el almuerzo frugal, bajamos al pueblo.  Estaba lleno, gente, autos, algo de congestión. Sin embargo, en la city, cuando los lugares están así, los veo a todos moviéndose, ansiosos, dominados por la inmediatez y acá, por f

Por estos días

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En mi tiempo y espacio con días de sol encendido, de brisa suave que se torna en vendaval, con cielos cambiantes, lluvias esporádicas y sacudidas que alteran mis intentos de serenidad. Queda lo que se recuerda y recuerdo lo que escribo, así que una vez más un resumen de la semana desde el finde. Sábado de páramo . La jornada comenzó helada, fue una mañana entre nubes. Pancho puso calor y color con un desayuno casero que más pareció brunch : huevos en el término perfecto, pan de masa madre, fruta, café, mermelada de frutos rojos y queso asado delicioso. Estuvo ideal para llenarme de energía y salir a recorrer la montaña. Llegué otra vez a la cima y se sintió estupendo. Domingo con amanecer frío y gris . Subí al pantano, me gusta ver el agua que brilla, los pájaros que cantan. Se siente agosto, se siente el viento que todo lo empuja y todo lo mueve. Lunes . La presencialidad laboral y la experiencia urbana fuera de mi entorno habitual son a veces imprescindibles, o no, pero obligatorias

Viernes otra vez

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Instantes recientes de la semana que termina… esos que en breve formarán parte del pasado.  Empezar semana, después de festivo, con cielo despejado, fue el preámbulo de unos días laborales sin tanta intensidad, de escasas, pero necesarias caminatas, también de noticias turbias y enrarecidas en el panorama nacional. No sé por qué me sigo sorprendiendo, pero lo hago, no me acostumbro todavía al caos. Períodos muy fugaces parecen estar en un orden aparente, me lo creo y a veces funciona, pero es una ilusión y nada más. En fin, s ea como fuere,  la semana tuvo ciclovia nocturna y también dos noches en las que el placer de sentarse a la mesa en buena compañía se convirtió en una forma de celebración de la vida. En medio de la trepidación vital, hicimos pausa para un par de encuentros bonitos, de conversaciones divertidas, de actualización con amigos de esos que aligeran la existencia y que son pa´toalavida. Somos jóvenes ligeramente arrugados y un tanto canosos, pero tremendamente regios. S

Aire de fiesta

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Sol y niebla, nubes, agua y flores al viento formaban parte del paisaje mañanero; sin embargo, con la vana ilusión de una tibia y cálida tarde, nos atrevimos a poner la mesa al aire libre y tuvimos suerte. Espantamos la lluvia y el sol se impuso. Casi con puntualidad nos encontramos, dejamos de lado los dramas noticiosos, el acontecer nacional pasó a otro plano y nos concentramos en peripecias, sucesos nuevos, algunos ya contados, junto a experiencias propias y ajenas, nuevos trabajos, próximos viajes y así, entre esto y aquello, risas y algunos pasos, se fue un domingo de encuentro y celebración.  Parece que fue ayer que nos reíamos mucho sin demasiadas preocupaciones y celebrábamos la vida, esa que mucho nos ha dado, pero resulta que han pasado ya 29 años, nada menos. La tiranía cronológica nos trae a veces ecos del pasado, pero esta vez, con el combo casi completo, obviamos las canas, que creo solo se me ven a mí, y las arrugas superficiales, y bailamos un poco, cantamos otro ta