Ascenso de sábado

Salimos del apto de madrugada con una negrura brillante que nos acompañó los primeros minutos del camino. Llegamos a destino antes del amanecer, pero fue tarde, otra vez. Así empezó el día. Luego la mañana despejada con escasas nubes blancas esparcidas.

El sol visitó la city desde temprano y bajo sus rayos tibios del despertar, subimos al cerro una vez más. El recorrido estuvo interrumpido, primero porque la mitad del equipo (mi hijo) decidió suspender mucho antes de la cima, después porque me detuve varias veces a respirar y a ver la ciudad, su aire poco limpio y la vegetación de la montaña. En el trayecto, junto a mucha gente, comencé a crear personajes y escenas de intriga, aventura y pasión. Muchos seres culposos subiendo descalzos, con cruz y biblia en mano, arrepintiéndose de qué sé yo qué pecados, inspiraron mis creaciones.

Finalmente lo logré en 50 minutos. Me gusta llegar y sentir la energía de mi cuerpo después del esfuerzo, además ver desde arriba me fascina -aunque el rato de contemplación duro poco-. Esta vez bajé caminando, por primera vez me aventuré al descenso, confié en que mi rodilla resistiría y así fue. Recogí a mi chiqui en el camino y partimos al desayuno esperado, que no estuvo nada mal. Cambié de menú y fue un éxito… Y sí, cada día encuentro algo.







 

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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―