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Mostrando entradas de noviembre, 2023

Días vividos

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Noviembre fue de encuentros felices alrededor de una mesa, en el campo y en la montaña. Planes y eventos llenos de alegrías y aire de fiesta.  Me gustó tener un poco de todo, ver a los amigos, pasear, recorrer el cerro vecino. También hubo bombardeo de tareas laborales -algunas con las que me invadía la agonía del aburrimiento-, actividad oficinística al cien, desorden para el cambio, cambio caótico, lo usual el último año. Veamos, recapitulando los últimos días... El viernes pasado fuimos al cine. Salimos a caminar porque íbamos con tiempo. Encontramos hordas que crecían, gente que salía de un lado y otro, autos que se multiplicaban, peatones que entorpecían el recorrido, bicis, motos, muchas motos. Todo muy cerca de la casa, el desgobierno en el barrio. La vecindad pacífica hacia el sur se convierte en una mole ruidosa hacia el norte.  Vimos Napoleón. No sé si me gustó del todo. Fue interesante, pero me habría ahorrado algunas batallas, al menos su duración. Por momentos me sentí en

A partir de ahora solo recuerdo

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Guardé silencio cuando te conocí y después no encontré la forma, no pude volver atrás. Debí decírtelo, pero me acobardé frente a esa sutil y cálida mirada que me embrujaba, me dominaba esa sonrisa envolvente que con su expresión aumentaba mis deseos de tenerte cerca. Tuve instantes de querer contártelo todo, pero cuando lo intenté me encontré llena de silencios y de rápidos saltos que me aturdían desde la cabeza hasta el corazón. No sé qué seré ahora para ti, ya no importa saber. Pero no, no fueron días perdidos en el tiempo.

En azul

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Ha amanecido despejado otra vez.  Este noviembre, típicamente invernal por estas tierras, nos ha regalado mañanas de azul casi irreal, sin nubes desde muy temprano. De a poco todo se va transformando, invade el blanco, se asoma el gris, el color brillante se empieza a esconder y aparece la lluvia, intensa y corta. En las tardes queda un vago y pálido recuerdo de lo que fue el despertar, pero ha sido bonito, a veces veo los cerros y me parece un paisaje bellísimo. Además de azul ha sido también una semana alegre. Un lunes de oficina con su entretenimiento y su pasión, lleno de esas definiciones que son y no son, esos asuntos que buscan cambio y lo logran, pero no en el sentido esperado, así. Un martes de dar vuelta larga, de procurar el cierre de círculos, de avanzar y leer, viendo el mundo con otros ojos. Intento observar sin tanto prejuicio, pero sigue habiendo mucho que no logro racionalizar. Un miércoles divertido, de conversaciones motivadas por el vecino en la ventana. Ese ser q

Piezas de la semana

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De lunes a viernes. Sobre la mesa plantean problemas, tareas y plazos imposibles, incumplidos antes de comenzar; también culpas, sin que nadie parezca mostrar su desacuerdo. Nadie reclama, nadie argumenta, no hay contienda, parece un redil en lugar de una sala de juntas. No lo acabo de entender, tampoco a quién lo escucha. Trato de interpretar con benevolencia, sin éxito, por supuesto. Egos y prejuicios en el escenario. Prefiero la verdad sin filtros, sin culpas ni temores. Contemplación. El tiempo transcurre de otra manera. No se siente igual mientras veo las ramas del sauce meciéndose muy cerca, tampoco cuando veo los eucaliptos al viento un poco más allá. Los sonidos se perciben diferentes en medio del verde, el mismo pájaro canta más alto o más suave rodeado de flores que cuando lo hace en medio de autos. Un final en el aire. Su voz se había hecho cada vez más esporádica y su llanto duraba lo que una espera sin fin. Tenía notas en un cuaderno que no dejaba nunca. Sus ideas

Palabras

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Pronunciadas, como los surcos Pensadas, como el vacío Acalladas , como las emociones Punzantes, como el placer Misteriosas, como los sueños Conmovedoras, como los poemas Luminosas, como la ilusión Extintas, como los dinosaurios Libres, como el orgullo Complejas, como el deseo Inconfesables, como los hechizos Cálidas, como los abrazos Sospechosas, como las sombras Sangrantes, como las heridas Inquietantes, como el miedo Sorprendentes, como el amanecer Maravillosas, como la luna Incomprensibles, como el amor Profundas, como el océano Inventadas, como el arte Relajantes, como el sexo Necesarias, como el criterio Intrigantes, como la ambición Oscuras, como la política Serenas, como el silencio Auténticas, como el carácter Pacíficas, como la satisfacción Frías, como el dolor Alegres, como la infancia Sutiles, como el color Contradictorias, como la verdad Espontáneas, como la respiración Originales, como la naturaleza Ligeras, como los matices Desconocidas, como la muerte Fantásticas, como

Futuros inciertos

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La noche es a veces cruel, se llena de pensamientos azarosos y me impide dormir en paz. En la oscuridad todo se magnifica, se vuelve caótico, se llena de incomprensiones y cualquier asunto irrisorio en el día adquiere una dimensión insospechada. Despierto cansada, con cara de pocos amigos. Pero soy afortunada. El primer café me ayuda un poco, el desayuno colorido todavía más y las conversaciones en la mesa me devuelven a la luz.  

No hay excusa

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La bruma del amanecer se disolvió El desayuno a todo color se acabó Las copas de los árboles se mueven lentamente Los pájaros cantan intensamente Me llega el sonido lejano de una risa La temperatura se siente perfecta Me quedo un segundo de más mirándome en el espejo Quiero quedarme, pero me voy  

Dejaré que sucedas

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Porque me gusta que el rojo sea tu color favorito Porque me fascina tu seguridad Porque provocas sensaciones intensas Por tus por qué sis y por qué nos Porque piensas que soy capaz de más Porque descubres que pretendo que no me pasa nada, cuando me ocurre de todo Porque no cuestionas mi libertad ni mi independencia Porque me gustan tus ojos y siento curiosidad sobre cómo será sentir tu piel Y porque, imperfecta e incoherente, decido qué estoy dispuesta a vivir y qué no *** Recuerdos.... un texto que debí escribir en el siglo pasado. Ando persiguiendo mi yo del ayer, buscando pistas sobre mi yo del futuro.

Instante decisivo

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El vecino de puesto cambia de postura cada nueve segundos. Mueve una pierna, después la otra. Se sacude el pelo, se rasca la cabeza, se toca la cara. Ve la hora en su reloj, prende el celular, lo apaga. Mira por la ventana, parece no encontrar nada nuevo y vuelve a empezar. No se detiene. Todo sin siquiera notar mi presencia, esa que está a punto de volar, de unirse al caos y pedir a gritos que se detenga, que basta.  Evito sentir cada sacudida arrítmica de la pierna vecina, intento que no se altere mi calma, pero algo en mi interior se acelera, resulta agotador percibir la angustia, me empiezo a sentir tan inestable y ansiosa como ese ser ojeroso y sin control que viaja a mi lado.  En el segundo casi exacto en el que me voy a parar, porque no soporto más, le entra una llamada. Espero y lo miro. Respira hondo. Mira la pantalla del teléfono. No responde. Su rostro pálido parece volverse transparente, se acentúan sus ojeras. El teléfono no deja de sonar, apoya su cabeza en el espaldar de

Todo a la vez

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Noviembre comenzó invernal. Después de algunas lloviznas aisladas al empezar los días se ponía a llover a mares, pero a pesar del cielo negro, de los truenos y los rayos, no detuvimos las actividades. Capturamos la magia del clima bajo la lluvia en la primera semana. Bueno, quizá hablo mejor en singular. Todo anduvo de maravilla. Contrario a lo que esperábamos, el día señalado brilló el sol. Un viento ligero temperado por el cálido sol se dio un paseo sin alterar las nubes. La celebración estuvo linda, con más regalos, con buenos deseos, con abrazos y recuerdos. Me excedí en dulce, superé en una tarde la cantidad de carbohidratos del mes. Todo me gustó y todo es cuestión de actitud. No, no todo es así, pero ayuda un montón. Siempre. Superado el siete han pasado los demás días, pero ha seguido la celebración. El ambiente cambió, llegaron los días azules y soleados, y, al parecer, será para largo. He estado de almuerzo cumpleañero en cena de celebración y desayuno de festejo dándole la b

La posibilidad de perderte

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Hablarte, claro que quiero hablarte. Intentarlo, al menos. Pero podría ser quizá como la última vez. Aquella en la no sé qué dije y qué no dije, solo sé que lo hice al revés. Hago un mea culpa total, porque intención no tuve de hacerte sentir mal. Pero sentía una tensión distinta entre nosotros, estabas diferente. No sé si cansado, o menos conectado, pero no eras el de siempre. De pronto empecé a sentir que algo ya no encajaba y que dejaron de tomar vuelo las ideas de estar juntos otra vez, de permanecer juntos… me invadió esa sombra imprecisa que surge cuando dudo. Sentí una extraña culpa que me sugirió seguir el instinto y dar paso a la sensatez. Bueno, en realidad no era extraña, era la de siempre no más, la que me ha acompañado desde que te abrí la puerta. De vez en cuando siento la necesidad de recuperar el norte, de caminar sobre terreno firme y abandonarte. Por eso lo que dije, por eso lo que hice. Pero es increíble cómo de solo pensar en no tenerte cerca, te echo de menos. Por

Segundo tiempo

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La mañana amaneció como cualquier otro día. Pero no es cualquier otro, cumplo y recuerdo, quizá desde los cinco, cómo ha sido cada 7 de noviembre. Le doy importancia, qué sé yo por qué, pero se la doy. Ahora me enfrento al espejo, hay ligeras líneas, también cicatrices, rastros de noches en vela. Sin embargo, mis ojos, aun cuando han cambiado de tamaño y se han cerrado un tanto, tienen mucho brillo, soy una mujer "grande", pero alegre, que ya aprendió que es mejor no mirarse tanto al espejo. Además de reír, he llorado, pero doy gracias infinitas por las emociones vividas en este extraño mundo, por tantas cosas bonitas que me han tocado, porque aun cuando he tenido días grises y he tomado más vino del recomendable, me siento regia. Mucha lluvia, cafés, menos libros de los que me habría gustado, muchas notas, promesas, ilusiones. Años dulces, intenciones que se quedaron en eso, sueños cumplidos, tanta música como he querido, abrazos tiernos, apasionados, protectores. Palabras,

Mosaico del finde

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Lluvioso y soleado, así el sábado .  Mañana gris, pasada por agua, mediodía tibio, tarde dorada. Después de una linda y curiosa ceremonia, nos fuimos a brunch, partimos torta, brindamos. Un encuentro familiar con una bonita celebración, risas y conversaciones en un ambiente de relajo y alegría. La familia ha crecido y nos pone contentos tener chiquis cerca.   Me gusta verlos. Nos fuimos al campo, a ver verde, saludar a las dogas, tomar vino viendo al horizonte. Cientos de especies de insectos concentradas alrededor de los pinos que tenemos en la terracita. Su vuelo y sonido al atardecer interrumpen mis arrebatadoras ganas de vivir y de disfrutar del momento. Son un fastidio. Tengo que dejarlos ser, lo sé, pero ojalá no cerca de mí. Domingo en rosa . Disfrutar la montaña desde el amanecer fue un buen plan. Amaneció bonito. La mañana anduvo calma. Caminar, rodearnos de aire fresco, preparar almuerzo… Pancho a cargo de la parrilla, yo de las ensaladas. Brindamos mientras llegaron los invi

Amaneció nublado

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No se vislumbra mejoría climática, pero ya es noviembre, se avecinan ferias y — en menos de lo que canta un gallo—  fiestas, y estaré de cumple. Empezaremos pronto a festejar.  No ando siempre cuerda, por eso desdecirme no es novedad. Me cuestiono y me acepto, aunque a veces me cuesta. Hoy, de regreso a casa, venía pensando en eso y en el tiempo que pasa.  Aparecieron entonces mis afectos particulares. El trayecto más frecuente en mi vida. Al cole, a la uni, a varios de los trabajos que he tenido. Muchos años de norte a sur y de sur a norte, las mismas montañas, más edificios. No puedo evitar una mezcla de asociaciones temporales, esas que se van dando al repetir una y otra vez la misma ruta. A veces recuerdo la que fui. Me asomo a la ventana del bus y me embarca esa sensación de haber vivido mucho. La vida es cambio y la séptima es mi calle.