En azul

Ha amanecido despejado otra vez.  Este noviembre, típicamente invernal por estas tierras, nos ha regalado mañanas de azul casi irreal, sin nubes desde muy temprano. De a poco todo se va transformando, invade el blanco, se asoma el gris, el color brillante se empieza a esconder y aparece la lluvia, intensa y corta. En las tardes queda un vago y pálido recuerdo de lo que fue el despertar, pero ha sido bonito, a veces veo los cerros y me parece un paisaje bellísimo.

Además de azul ha sido también una semana alegre. Un lunes de oficina con su entretenimiento y su pasión, lleno de esas definiciones que son y no son, esos asuntos que buscan cambio y lo logran, pero no en el sentido esperado, así. Un martes de dar vuelta larga, de procurar el cierre de círculos, de avanzar y leer, viendo el mundo con otros ojos. Intento observar sin tanto prejuicio, pero sigue habiendo mucho que no logro racionalizar. Un miércoles divertido, de conversaciones motivadas por el vecino en la ventana. Ese ser que sin saberlo me regaló con su cotidianidad las mejores escenas del día. Una fugaz ojeada y de pronto su torso blanco al sol, otra rápida mirada y las piernas estiradas sobre la mesa, su pelo revuelto y sus ganas de dorarse bajo el sol de la mañana. Mucha envidia me dio la comodidad que reflejaba, mientras yo seguía en indicadores y correos. Miércoles y jueves tuvieron además de vida diaria, otro par de celebraciones cumpleañeras, esas que se llenan de brindis, risas, conversaciones y abrazos entre amigos. Y hoy sigue el trabajo y también los planes con un árbol navideño a medio armar, poco ejercicio y ganas ya de que comience el finde ya.



Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―