Esto, aquello y lo demás también

Sentir el amanecer y emocionarme con él, por un nuevo día, uno que parece bonito, amable.  Después de los aromas del despertar, casi en la madrugada, con café negro y pan recién hecho, salí a ver los colores del paisaje que nos rodea. Inhalar y exhalar profundamente para llenarme del olor de campo, del pasto fresco. Es lindo estar por acá. Falta mucho por caminar y descubrir en el vecindario y por supuesto, mucho más un poco más allá, pero por ahora, por hoy, decido permanecer acá, contemplar un tanto y estar lista para la jornada... que a veces creo que se hace más larga de lo necesario.

Lejos del caos, intentando desconectar de la realidad de este país agobiante. Aferrada al amor que tengo cerca y a la naturaleza que todos los días nos regala magia y emoción, rompo con los pensamientos tristes que se adueñan de mi cuando veo tanto daño, así empecé este jueves de mayo. Otro día para recorrer caminos cercanos, escuchar mi corazón y conectarme fuerte con el universo para avanzar, intentar valentía y procurar esperanza.

Más allá del azul muy, pero muy intenso, de algunas sombras pasajeras, la caminata mañanera ayuda a desbloquear mi mente cansada. Seguramente hace falta algo más, no sé, pero los pasos en ascenso ayudan un montón en esto de evadirse de la incompetencia y de la mediocridad de quienes están al mando y también de quienes aprovechan las carencias de muchos.

El domingo, 23 de mayo, por primera vez estábamos juntos a la mesa fuera de casa, más de un año después de que la peste nos encerrara, percibí sensación de casi normalidad, con la ilusión de que pronto pueda volver a ser. Una jornada con diferentes intensidades de azul, un sol pálido, sin mucho calor, pero suficiente para estar al aire libre, compartiendo más allá de las miradas de los otros visitantes.  Con menú tejano empezamos la celebración cumpleañera, si no fuese por el virus quizá otro sería el festejo, pero lejos de brindis  multitudinarios, es lo que es, son  los tiempos que vivimos, y como dicen por ahí... “All we have to decide is what  to do with the time that is given us”. Así que sí, ya empezamos la fiesta, la bienvenida de los varios más de cuarenta de mi sister querida, oh, palabras mayores. Ha pasado mucho tiempo y tengo la impresión de cada vez pasa más deprisa , por eso y por la suerte que tenemos de estar bien, se vale aprovechar cada momento de celebración.  Hoy se

El sábado pasado tuve un recorrido fantástico… Más de 20 km con subidas y bajadas para despertar los sentidos. Las variedades de verde, con la lluvia de los últimos días, se han multiplicado, se sentía la humedad en todo el entorno  y los habitantes de las alturas me dieron la bienvenida a una nueva ruta, una que promete un más allá de lo que se ve y que pronto investigaré, pero en compañía.  Aventurarme sola está bien, pero a veces prefiero un apoyo con GPS mejor que el mío.   Fue una bonita expedición, sin embargo, no fue todo paz y silencio.  No solo el sonido del viento y el concierto de los pájaros ambientaron el recorrido, también me encontré con el lechero salsero, que además de recorrer la montaña como si de fórmula 1 se tratara, iba de lo más rumbero con el radio a un volumen extremo.  Además, los paperos -quienes cosechan la papa- estaban con el romanticismo alborotado, oyendo vallenatos amorosísimos que entonaban mientras llenaban los costales.  También, en lo alto del camin

La bienvenida del día con la que los pájaros reciben una nueva mañana es siempre perfecta para arrancar mis paseos por los alrededores. Aunque a veces la pereza me vence, el canto del despertar de los pájaros vecinos me impulsa a salir de la cama.  Así ha sido últimamente, es un efecto mágico.

El fin de semana pasado, extendido, estuvo maravilloso.  No solo descansamos un montón, sino que, retomando los paseos al cerro, cumplí las rutas trazadas.  Normalmente sigo mi inspiración cuando arranco, dependiendo del espíritu del momento avanzo hacía un lado u otro, pero esta vez, antes de salir me propuse unos trayectos y los logré todos. El del lunes fue el más ambicioso porque cambié la caminata por bici y vaya, me costó.  Por supuesto fue un camino breve, muy, en compañía, con ascensos suaves y un par intensos, en los que tuve que bajar y avanzar con la bici de gancho.  Me cansé, me embarré, me caí y también me rompí un poco la rodilla, pero estuvo fantástico, vergonzoso un poco.  Nada que hacer más que l evantarme y seguir, es lo que queda siempre, seguir. En la caída quedé en sándwich entre mi bici y la de Pancho, con barro hasta en la nariz y el pantalón roto, cero glamuroso y muy estruendoso, pero con eso y todo, nos divertimos, tanto así que el martes repetí. Lo más di

De todas las mañanas la del sábado es mi preferida. Ha sido así siempre, cuando peque porque llegaba el día de desayunar con chocolate y pan, después porque no había que salir corriendo a clase de 7 y ahora porque siento que está todo por hacer, lo que me gusta, claro, y parece que hay tiempo.  Hoy no fue diferente, después de la pausa en la que mi cuerpo entró, porque quizá fue la única manera que encontré de unirme al paro, hoy retomé los ascensos de fin de semana. Con acierto volví al cerro, tuve suerte y el clima estuvo a mi favor, repentinas brisas aparecieron de vez en vez, llovieron flores y hojas y aunque los recorridos no fueron nuevos, la fascinación y el asombro por estos paisajes sabaneros aun me llenan de emoción .

La vida que se va y yo solo quisiera más tiempo, sí, alargarlo lo que más pueda para hacer lo que me gusta o para no hacer nada. Los placeres instantáneos y yo queriendo recordar solo lo que me hace reír, lo bueno... El absurdo de la existencia y el desprecio por la vida abruman y, sin embargo, bajo un rayito de sol que asoma, siento más que nunca, la necesidad de disfrutar de aquellas pequeñas cosas… la calidez de este instante, los abrazos al despertar, el sabor del café. Soy consciente de su brevedad, pero me sientan tan bien.

A veces me amargo por pequeñeces, pero cada vez con más frecuencia, me doy cuenta de que lo importante es poco, con perspectiva suficiente, puedo evitar casi todos los dramas. En momentos de incertidumbre, de sufrimiento colectivo en el que emergen solo emociones tristes, intento agradecer intensamente y tener muy presente lo que me hace feliz, curiosamente cosas muy simples al alcance de la mano o la mirada: los desayunos coloridos con los que empiezo todos los días; el sonido de las carcajadas de mi hijo; comprar libros a un clic, ver cómo van apareciendo las flores en el jardín, encontrar recetas, unas exóticas otras humildes, para sugerir y a veces incluso para preparar; untarme el aceite de almendra después de la ducha, la sobremesa conversada y a veces extendida de los almuerzos diarios, en fin... Los tiempos están difíciles, claro, mucho, así que mejor agradecer la suerte y entender, intentar al menos, las circunstancias de los otros, sus impulsos, irreflexivos a veces, pero

Parece que todo se acaba, se destruye, se agota la paciencia de muchos, se habla y se actúa sin pensar en el efecto de los discursos y de las reacciones, nada mejora. Por acá procuramos mantener la serenidad, no caer en desesperanza y mientras tanto horneamos * pan, vemos los pájaros ir de rama en rama y nos conectamos con la magia de las flores. No resulta fácil, pero lo intentamos. * Lo del plural es broma… yo solo veo el proceso, disfruto el aroma, le pongo mermelada, aceite o queso y me lo como.

Hoy empecé el día somnolienta y emocionada por un amanecer despejado, con cielo azul y rayos de sol que ya empiezan a calentar el ambiente.  Ayer fue un tanto agotadora la jornada... malas noticias, no paran, y mucho trabajo, tampoco se detiene. Pero las perspectivas climáticas de hoy son buenas, y además se acaba ya la semana, así que mejor que mejor.     Mis  sueños de la semana han estado de lo más variados, trato de no olvidarlos, pero no he tenido, ni tendré, en breve, tiempo de escribirlos... Pero para que no se escapen, he pasado por un recorrido en bici, manejando veloz hasta llegar a una rotonda que me asustó un poco, pero que pasé sin obstáculo; los pies descalzos de un amigo, llenos de tierra, que observé por largo rato; y anoche, una especie de turbante colorido en mi cabeza, desafiando convencionalismos me movía entre orgullosa y expectante.

Desaciertos de parte y parte y en medio un pueblo pobre, desigual y adolorido. Faltan gestos de humanidad y grandeza para que no nos hundamos más. Ojalá que el absurdo y el sinsentido no permanezcan... no hay país que aguante. Días difíciles.

Caminar es inevitable, mirar al cielo también. Mantener la mente despejada, intentar no perder la perspectiva y evitar que la zozobra, angustia y desesperanza se instalen... Hay que seguir adelante.  

Bueno, también puede ser izquierdo… Empezar bien, sólo eso, intentarlo, al menos. Aunque hoy no hubo caminata, frío y pereza invadieron, sí hubo rico desayuno, así que ojalá se componga todo, ojalá se calmen los ánimos y la reflexión espante los odios.  Tenemos que salir adelante  •  Qué difícil está todo fuera de mi pequeño paraíso .