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Mostrando entradas de octubre, 2022

Nuevos aires

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Frente a mí unos pensionados que toman café, parece que a diario; una pareja que en breve devora una torta de chocolate, ella se lleva la mejor parte, y cerca de la puerta, a mi izquierda, unos turistas provenientes de una latitud lejana, no entiendo absolutamente nada de lo que dicen.   Imagino vidas extraordinarias de esta gente común y rodeada por ellos, ahora personajes de best sellers, en una tarde de lluvia -otra más-, repaso tiempo y espacio.  Unos días veraniegos en la intensa y contradictoria Cartagena. Muy visitada por turistas de todos lados, pero profundamente colombiana. Sus calles pequeñas y coloridas en la ciudad colonial y la brisa cálida de su mar caribeño nos dejaron lindos recuerdos en el mes que termina. Otros instantes en Subachoque, frío y tormentoso, pero verde, boscoso y fascinante. Mi lugar favorito siempre. Y la gran ciudad, hostil, insegura, congestionada, pero mi sitio. La siento gris últimamente, adolorida, pero seguirá siendo mi espacio habitual y todavía

De repente sale sol y todo es color

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Las obsesiones de sábado rural. Primero flores, después nubes. Fijo la mirada en ellas. Contemplarlas es mi forma de reconciliarme con el mundo después de una semana agitada en la que me detuve más de lo necesario en las noticias, desconcertante, y no, no hay para qué…Mejor respirar profundo y tratar de no pensar en nada más allá de lo que se ve. Es una suerte estar por acá. Una vez más nos gustó ver pasar la mañana con una copa de fresas bañadas en Lambrusco.    La tarde se fue deprisa, pero pasó bonita… En ocasiones siento que escuchar mi respiración es suficiente. Me siento segura, tranquila y en paz. Si. La noche llegó despejada y trajo estrellas luminosas. A ratos brilló un pedacito de luna y con unas copas de vino despedimos un día más.    Hoy salí al alba, justo antes de que apareciera el sol para no perderme sus colores, adoro la inmensidad del amanecer. Partí muy temprano a la montaña, tuve un recorrido de lujo. Primero la neblina, después cielo despejado, hilos de agu

Una copa de vino aplazada

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Con entusiasmo hacemos plan y celebramos la vida. Nos reencontramos, nos abrazamos, otra vez las sonrisas, redescubrimos el valor de aquellos instantes y todo cobra sentido después de un tiempo sin vernos. Por momentos volvemos al ayer, a las mañanas infinitas del colegio, sin prisas, son los hechizos del tiempo, el potencial de los recuerdos.

Pensándome

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Desconocerme queriendo encontrarme, entendiendo quien soy, descubriendo mis ganas de hacer y deshacer, las intenciones de ir y de regresar. De perderme y disfrutar. Como esos pájaros que son libres, pero regresan, abrazan y traen historias.  Soy un poco caótica e incoherente, parece, y eso que no digo ni escribo todo lo que pasa por mi cabeza, a veces olvido lo más divertido. Puntos suspensivos o paréntesis, no me decido.  De vez en cuando también soy muy insoportable, porque lo quiero todo y no quiero nada y no me gusta dar explicaciones.  No soporto las conversaciones insignificantes y vacías con mucha gente, aunque sí tengo muchas poco profundas con amigos, me divierten.  Aunque soy de ciudad, lo del verde rural lo tengo incorporado y siento una afinidad enorme.  Soy curiosa a veces y me siento serena con frecuencia. Me gusta la gente que mira a los ojos, con la que me siento libre y puedo ser yo misma siempre. Canto fatal, pero me gusta porque muero de risa.  Me gusta la música, mu

Domingueando

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Sensaciones de plenitud, refugio e intimidad. Nuestra casita y una crujiente pizza parrillera en la terraza. Compartir primero junto a la parrilla para pasar luego a la mesa y compartir lo mucho o poco en la vida reciente. Bromas, ocurrencias, indignación y amor, claro. Tranquilidad, tal vez felicidad, estando a gusto entre las plantas, su verde intenso y una copa de vino aromático.  La de hoy fue una jornada sencilla, disfrutando lo cotidiano después de la tormenta apocalíptica de anoche, en la que el vuelo de un colibrí hizo que soñara súper bonito…. Así, con nuestras rutinas de fin de semana que sientan divinamente. Fue apresurado e improvisado, pero de más sabemos que la vida es corta. Hay que exprimir los instantes felices y sacar el jugo posible, quizá por eso anduvimos contentos en un día de poco sol, al aire libre, rodeados de flores.

Miércoles

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Aquí estoy. Invencible o vencida. El resfriado empieza a dejarse sentir, pero no se lo quiero permitir.  Sentada en un nuevo café, buscando algo de sombra, bajo el alero del techo que deja pasar todo el sol que se empieza a instalar. A mi alrededor el canto de los pájaros se desparrama y yo aún no quiero irme a enfrentar de nuevo la oficina, pero tengo que… Allá voy, total solo se trata de no perder la fuerza y procurar vitalidad en una jornada laboral de mitad de semana, en vivo.

Llueve

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  De nuevo comenzar semana laboral, otra vez asumir la existencia como una persona adulta, seria y responsable, con valentía, decisión y algo de ilusión, pero sin demasiadas expectativas; y creo que así está bien porque  tuvimos una despejada y encantadora mañana de  comienzo de martes... pero es el trópico, en esta esquina del mundo el  escenario cambia cada segundo. No es todavía media tarde y ya se oscureció un tanto,  las nubes bajaron un poco y ahora relajadas nos dejan el agua que les sobra,  que no es poca. Otra jornada invernal.  Las gotas en la ventana y las ramas del sauce de enfrente me entretienen y me congelan un poco, menos mal tengo color del finde, así que a pesar  del frío, todas las ganas.  

Vida de campo

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La belleza cotidiana. Amaneció desde la nada como cada día cuando todo brilla y se renueva. Me gusta regresar al verde y recordar el esplendor del campo. Salgo temprano y está todavía la luna con el buenos días, aunque de ayer a hoy está más pequeña. Ahora, en el cielo azul intenso, en el ambiente alegría y exaltación y los pájaros cantando. Así desperté y por un instante con el cielo despejado miro nuestra casita, blanca, sencilla y reluciente bajo el pálido sol sabanero y me gusta. Ayer la tarde terminó en soledad con un frío intenso venido de no sé dónde, trajo su lluvia torrencial y se apoderó de estas tierras. En realidad sentí el frío del final de domingo, oí los truenos que presagiaban tormenta y creo que la lluvia la soñé… no hay rastros. Solo encuentro señales de un intento desesperado por dormir y de una batalla infructuosa contra un cucarrón a medianoche. Amanece y me pierdo en el silencio, pienso en la nada, busco el vacío, pero no lo logro, la mente en blanco no es lo mío.

Veranito

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Se acabaron los días en los que anduvimos disfrutando una playa tranquila y larga, con poca gente y poco más.  De esos pocos unos cantaban, otros se enterraban en la arena, más allá alguien miraba al horizonte, algunos intentaban sacar del mar la red de pesca, también corrían, trotaban y había perros y niños, muchos niños. Me gustaba verlos, emocionados con las olas, con los castillos. Riéndose porque sí, sin saber de futuros, sin preocupaciones por certezas, solo jugando, estando… al menos eso parecía, pero es que entre el agua, la risa va y viene. También nosotros anduvimos así cuando nos sumergimos en la piscina, como todos, en busca de diversión, procurando un pequeño placer de verano. Llegamos al último día del paseo, un sábado en el que la playa luminosa del amanecer cedió paso a la oscuridad de la tormenta. A partir de ese momento, en un breve instante el agua cayó con fuerza, golpeó mis ojos, empapó mi vestido y me hizo regresar de manera anticipada. No duro mucho, por fortuna,