Una manera de estar en la vida (Fragmentos)

Soy una mujer razonable, a veces, otras lo parece; intento aparentar normalidad y me veo tranquila, callada y amable, bueno… tranquila, callada y antipática. Puedo comportarme, no lo exteriorizo todo. Pero en mi mente sí que me permito todo. No hay restricciones, cero filtros, puras verdades sin vergüenza. Lo que debería ser, lo que debe ser, lo procuro, pero no en mi cabeza. Allí soy más salvaje y silvestre de lo que parezco.

Cada vez que algo amenaza con perturbarme, ignoro, como si el algo fuera a desaparecer por eso. Pero sirve, por un rato siento alivio. De pronto, es como si nada pudiese afectarme. Por un instante soy invulnerable. Después, mi cerebro trabaja al cien... y llegan las opciones, actuar o no hacerlo, responder o guardar silencio. Es ahí donde tal vez no tomo las mejores decisiones, pero seguiré intentando. 

Caminar la ciudad es mi elección para comenzar el día. Una buena y breve distracción pese a la intensa actividad que me rodea. Me gusta caminar e imaginar. En mi mente la realidad difusa que conozco es mejor de lo que es. Mientras avanzo pasan por mi cabeza paseos fascinantes, viajes a lugares exóticos, platos deliciosos, noches de baile, un bosque cerca de mi terraza, una huerta siempre fértil, incluso canto y pinto bien. Cuando voy por ahí elevada, mi delirio creativo se materializa en condiciones inmejorables. Con frecuencia es así, elijo frivolidades y temas luminosos para sonreír en la ruta, prefiero eso antes que abrir el canal de la otra verdad del mundo, esa que supone la aparición de ideas que me escandalizan. A veces no puedo evitarlo, claro.




Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―