Pensándome

Desconocerme queriendo encontrarme, entendiendo quien soy, descubriendo mis ganas de hacer y deshacer, las intenciones de ir y de regresar. De perderme y disfrutar. Como esos pájaros que son libres, pero regresan, abrazan y traen historias. 

Soy un poco caótica e incoherente, parece, y eso que no digo ni escribo todo lo que pasa por mi cabeza, a veces olvido lo más divertido. Puntos suspensivos o paréntesis, no me decido.  De vez en cuando también soy muy insoportable, porque lo quiero todo y no quiero nada y no me gusta dar explicaciones. 

No soporto las conversaciones insignificantes y vacías con mucha gente, aunque sí tengo muchas poco profundas con amigos, me divierten. Aunque soy de ciudad, lo del verde rural lo tengo incorporado y siento una afinidad enorme. 

Soy curiosa a veces y me siento serena con frecuencia. Me gusta la gente que mira a los ojos, con la que me siento libre y puedo ser yo misma siempre. Canto fatal, pero me gusta porque muero de risa. 

Me gusta la música, mucho, pero hay sonidos que me fastidian de sobremanera. Me perturba el reguetón del taxi, me ensordece el metal del despertar adolescente, me incomoda el vallenato que sale de alguna tienda por ahí. 

Adoro las sobremesas eternas, al desayuno, al almuerzo y a la cena, en buena compañía, obvio. También tomar un café mientras veo la gente pasar, algunos detenidos en el tiempo, otros de algún planeta lejano. 

Amo la manera de sonreír de mi hijo, el brillo de sus ojos y los hoyos en las mejillas. 



Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―