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Mostrando entradas de junio, 2022

Saltando charcos

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El invierno no da tregua, los últimos recorridos al cole fueron de charco en charco, huyendo de los autos que pasaban, no tan rápido, y nos dejaban listos para el siguiente baño. Aun así, en medio de aguaceros se acabó el año escolar y con él un grado más en el recorrido académico del joven, que con su "título" de terza media ya puede buscar trabajo en otras latitudes. Un bonito año de múltiples aprendizajes y menos miedos y presiones, haber vuelto a la presencialidad definitivamente cambió el panorama.

Por el cerro vecino

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De paseo por una montaña de eucaliptos, aromática y muy verde. Encontrando por ahí, de vez en cuando, al lado del camino, casitas con jardines florecidos y adornados. Una con un burrito negro, adorable. Una brisa suave y fresca en el ambiente y una pausa para mirar, contemplar, acariciar, oler, sentir todo aquello del entorno; así hasta que de pronto la realidad irrumpió con el saludo "amistoso" de un perro y el plácido y feliz discurrir de los segundos finalizó.  En el ascenso el camino estuvo ondulado, pero amable, respetuoso con mis rodillas, nada muy pendiente. Sin embargo cambié de ruta para el regreso y encontré un trayecto serpenteante e intrincado, de repente todo se enredó, el camino se complicó y mi mente se confundió. Comenzó el descenso de las nubes y cambió por completo el paisaje. Pero, por fortuna, nunca es nada extremo, algo de sentido común me queda y sé que a estas alturas de la existencia, mejor evito riesgos innecesarios.

Recapitulando

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Se me fue mayo y no me di cuenta.  Terminó sin aviso un mes movido con varias cosas interesantes. Paseo a la tierrita para comenzar, par de ascensos al cerro, elecciones, regreso al teatro, encuentros, despedidas y celebraciones.  Llegó junio, a la mitad ya y bueno, días que vuelan y que sorprenden.  Por ahora el mes avanza y da cuenta ya de más encuentros, otras celebraciones, recorridos kilométricos y la llegada del virus… con prueba negativa, pero con síntomas indeseables, lo peor… para mi chiqui, pfff qué agobiante. No han sido más de 48 horas sin caminar y ya siento que empiezo a crujir, el cuerpo exige movimiento, pero por ahora me mantendré aislada.