Por el cerro vecino
De paseo por una montaña de eucaliptos, aromática y
muy verde. Encontrando por ahí, de vez en cuando, al lado del camino, casitas
con jardines florecidos y adornados. Una con un burrito negro, adorable.
Una brisa suave y fresca en el ambiente y una pausa para mirar, contemplar, acariciar, oler, sentir todo aquello del entorno; así hasta que de pronto la realidad irrumpió con el saludo "amistoso" de un perro y el plácido y feliz discurrir de los segundos finalizó.