Esto, aquello y lo demás también

La suerte cósmica nos sigue dejando ver el lado bonito de la vida por estas tierras y nos ha permitido disfrutar días apacibles en este trozo de espacio que cuidamos cada día más .  Entretenida estuve con el vuelo cruzado de los pájaros al amanecer y al caer la tarde, llenando los pulmones con el aire fresco de las mañanas, bajo el azul profundo del cielo. Algunos días iluminados, disfrutando reflejos dorados a través del paisaje fulgurante por el sol, otros helados de frío húmedo y cielo gris . Me tomé las cosas con calma y pude retomar lecturas atrasadas…. Mis preferidas del mes fueron Rewind y Poeta Chileno , con este sufrí, me reí y recordé, y por supuesto también me antojé de marraqueta con palta, que delicia unas onces contundentes con pancito del sur. Además, una serie rusa captó nuestra atención, empezamos y casi terminamos Mejores que nosotros , con algo de susto por la inminencia de situaciones no tan lejanas, nos entretuvimos bastante al comienzo y bueno… resultó interesa

Hoy se cumplen veinte años de aquel esperanzador e ilusionado comienzo. Con mi maleta verde, siguiendo los impulsos del corazón y repleta de emoción, aterricé en el que sería nuestro hogar por tres años, una etapa de nuestra vida que se ha prolongado por dos décadas y a la que espero sumar unas cuantas más. ¿Quién se iba a imaginar que después de aquel día adoptarías esta tierra como tuya, que seríamos papás de un clon salvaje y que nos tocaría sortear una pandemia? Hace veinte años y un tanto más apareció este sentimiento como un auténtico regalo. Claramente recuerdo cómo sucedió todo. Por supuesto no lo sabría explicar, no lo supe en ese entonces ni lo sé ahora. Fue un enamoramiento inesperado. Sin mucho pensarlo abrí mi corazón completamente y me encontré atrapada, sin posibilidad de volver atrás; y bueno, apostamos por una vida juntos y acá estamos, queriéndonos cada día un poco más. La dicha de encontrarnos y de querernos como nos gusta, la posibilidad de sentarnos a hablar o de p

De tormentas a días soleados, de frío intenso a frío tolerable, de almuerzos contundentes a cenas frugales, de noches de series a noches de chimenea, de copas de vino a jugos creativos, de horas de carpintería a minutos de peluquería, de remodelaciones a arreglos jardineros, de lecturas de novelas a podcasts de historias, de paseos en bici a caminatas lentas, de pan casero a chapatis y a arepas, también caseras, de expediciones a la selva a safaris sabaneros; y así se escapa el tiempo. Bueno, obvio de jornadas de trabajo intenso a jornadas de trabajo más intenso, ¿para qué ocultarlo?

Café fuerte, pan hecho en casa, pájaros cantando. Repetimos, pero disfrutamos.  Aunque pensándolo bien, estos días han sido como una ruleta de luz y color, con algunas sombras, como la vida misma. Pero para que no cale el dolor y el cansancio por este país que parece no tener remedio, intento ir por ahí con ojos y oídos abiertos, sorprendiéndome con colores y sonidos que encuentro a cada paso y abrigando esperanza por un mañana brillante, en medio de las incesantes alteraciones de la vida .

Un par de días en los que se diluye el límite entre los sueños y la realidad. La cotidianidad de existir en un universo lleno de profundidad me ha permitido disfrutar todo un festín últimamente. Acompañada por el canto de los pájaros, acariciada por el viento que sopla alterando la calma, avanzo oyendo las hojas que crujen bajo mis pasos y me deleito con un paisaje de una hermosura intensa. Sin carreras, sin fatiga, sin saber la hora, creando así un escenario propicio para instantes de autocuestionamiento, en los que pienso en los grandes dilemas morales y existenciales de la condición humana y también, por qué no decirlo, en impulsos frívolos y mundanos.

El mundo como lo entendíamos ya no existe. Tenemos que lidiar ahora con la incertidumbre y el miedo que genera lo desconocido, como siempre quizá, pero tal vez en este tiempo es más difícil de lo que ha sido jamás.  No podremos estar seguros de nada y muchas de las cosas que hemos aprendido son irrelevantes para el futuro que ahora sí que sí, es totalmente incierto. Parece que lo único que permanece es el horror en este país que sobrevive a pesar de sí mismo.

Sin saber muy bien cómo, las cosas suceden, nos reímos y disfrutamos de cada minuto.   Empujados a la acción y a la contemplación, por igual, unos sin querer parar de hacer cosas, y otros con la única intención de relajarnos y aprovechar el momento. Así hemos estado en la que va del mes. El torrente de emociones de este tiempo extraño nos deja felices y satisfechos con frecuencia y pensativos algunas veces.