Vida de campo

La belleza cotidiana. Amaneció desde la nada como cada día cuando todo brilla y se renueva. Me gusta regresar al verde y recordar el esplendor del campo. Salgo temprano y está todavía la luna con el buenos días, aunque de ayer a hoy está más pequeña. Ahora, en el cielo azul intenso, en el ambiente alegría y exaltación y los pájaros cantando. Así desperté y por un instante con el cielo despejado miro nuestra casita, blanca, sencilla y reluciente bajo el pálido sol sabanero y me gusta.

Ayer la tarde terminó en soledad con un frío intenso venido de no sé dónde, trajo su lluvia torrencial y se apoderó de estas tierras. En realidad sentí el frío del final de domingo, oí los truenos que presagiaban tormenta y creo que la lluvia la soñé… no hay rastros. Solo encuentro señales de un intento desesperado por dormir y de una batalla infructuosa contra un cucarrón a medianoche.

Amanece y me pierdo en el silencio, pienso en la nada, busco el vacío, pero no lo logro, la mente en blanco no es lo mío. Tengo la cabeza llena de pájaros, parece, y me gustaría volar con ellos, con los que me despertaron hoy. Mejor medito con un café y me alisto para volver.





Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―