Días vividos

Noviembre fue de encuentros felices alrededor de una mesa, en el campo y en la montaña. Planes y eventos llenos de alegrías y aire de fiesta.  Me gustó tener un poco de todo, ver a los amigos, pasear, recorrer el cerro vecino. También hubo bombardeo de tareas laborales -algunas con las que me invadía la agonía del aburrimiento-, actividad oficinística al cien, desorden para el cambio, cambio caótico, lo usual el último año.

Veamos, recapitulando los últimos días... El viernes pasado fuimos al cine. Salimos a caminar porque íbamos con tiempo. Encontramos hordas que crecían, gente que salía de un lado y otro, autos que se multiplicaban, peatones que entorpecían el recorrido, bicis, motos, muchas motos. Todo muy cerca de la casa, el desgobierno en el barrio. La vecindad pacífica hacia el sur se convierte en una mole ruidosa hacia el norte.  Vimos Napoleón. No sé si me gustó del todo. Fue interesante, pero me habría ahorrado algunas batallas, al menos su duración. Por momentos me sentí en una película de superhéroes, aunque hubo escenas verdaderamente sorprendentes. El sábado anduvimos de vinos y salmón en una feria chilena. Un ratito de acento del sur, de probar aquí y allá y de conversar. Un tanto de repasar tierra chilena que también siento un poco mía y de descubrir gente interesante. El domingo tuvimos super plan en lo más profundo de la montaña.  Hicimos la primera parte del trayecto en auto y caminamos hasta la cima después. Disfrutamos los pasos en subida y luego algunos miradores que nos dejaron fascinados. Es el escenario de siempre, pero siempre encuentro magia desde allí. Me gustó la compañía, la montaña se vive de otra manera cuando no estoy sola, una que también me gusta. Y ayer, ayer tuve una celebración cumpleañera más, ya perdí la cuenta, me parecía too much seguir de fiesta, pero ¿por qué no?

En el recuerdo quedarán estas semanas, atesoraré los abrazos, los momentos únicos y las risas compartidas.










Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―