No-se-qué
Corría
el último año del siglo pasado, llegaba de Turku, tenía que terminar la tesis,
usaba ICQ, buscaba información de gasto público en países de América Latina.
Pregunté al aire, a través de mensajería instantánea, por recomendaciones para
encontrar fuentes disponibles…. No encontré. La tesis no fue con información
comparada, sólo análisis local. La búsqueda no resultó lo que esperaba, tomó
otro rumbo, uno mucho más interesante. Empezaron las conversaciones, cada dos,
tres días, después dos veces por día, luego llamadas, cartas también, alguna
foto por ahí. Descubrirnos, conocernos, encontrarnos, empezar a querernos, así
como ocurre ahora, pero hace justo 24 años. Algo de locura, un acto de
intrépida lucidez que pudo ser uno de peligrosa insensatez, permitió que un año
después, en agosto de 2000, luego de un par de visitas, empezáramos a compartir
apto. Era domingo. Guardo una imagen mental de mi llegada y de mi impulso
primario por quitar unas cortinas rojas que cubrían la ventana de la sala. No
duraron mucho. Primero se fueron las rojas, después las verdes de la
habitación, luego un cambio de cama. No recuerdo haber hecho más cambios
escénicos. Creo que no.
Enseguida
empezó la Uni, una oportunidad de aprender, conocer gente y caminar Santiago.
En breve me adapté a las clases, aprendí a pasar mucho tiempo sola, y empecé a
buscar trabajo. Apunto estuve de quemar el apartamento en un intento frustrado
por preparar fríjoles. Abandoné para siempre la cocina, por esa y otras razones
que no vienen al caso; me perdí una y varias y veces y otras tantas tuve que
esperar en la portería de Dr. Johow porque me quedé sin llaves. Y
mientras afrontaba las complejidades de la vida adulta, me enamoraba
más y más. Todos hemos sido muy felices alguna vez y creo que nuestra época en
Ñuñoa fue justo así, muy feliz. Vuelvo ahora en la memoria a aquellos años y a
los lugares que recorrimos, los recuerdo con mucho cariño, y sí, fui muy feliz…
ahora también, es una elección, pero quizá también el destino, en cualquier
caso, qué suerte!