Insignificancias de un viernes cualquiera

Y pues sí, ahí voy, en una constante búsqueda, a ver si en mi última década laboral consigo el espacio y la tarea apropiada. Pocos instantes realmente gratificantes en mi vida profesional, creo. No me quejo, pero, siendo objetiva, parece que no encontraré nunca algo que permanezca y que me apasione de verdad.

Hago balance, repaso y sobresalen las mediocridades laborales. Sin embargo, trato de preservar de cada experiencia lo que me ha dado satisfacción y, sobre todo, los aprendizajes y las personas, aquellas que sobreviven a las inclemencias del tiempo. Y tengo suerte, justo eso se ha convertido en una muralla de resistencia ante las rutinas agobiantes. Llegamos a una oficina, establecemos vínculos, trazamos sentimientos, forjamos lazos, es la vida.

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Veo gente, la escucho y confirmo que no necesariamente por acumular tiempo de vida se es más sensato, a veces, incluso, todo lo contrario. Oigo o veo noticias y siento desprecio profundo por los malos y los indiferentes, pero, sobre todo, por los hipócritas y farsantes. Esos me repugnan. Mejor no presto atención a las noticias porque con solo unos minutos entro en un bucle denso de mala onda y la verdad, prefiero las flores.


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―