Insignificancias de un viernes cualquiera
Y pues sí,
ahí voy, en una constante búsqueda, a ver si en mi última década laboral
consigo el espacio y la tarea apropiada. Pocos instantes realmente gratificantes
en mi vida profesional, creo. No me quejo, pero, siendo objetiva, parece que no
encontraré nunca algo que permanezca y que me apasione de verdad.
Hago
balance, repaso y sobresalen las mediocridades laborales. Sin embargo, trato de
preservar de cada experiencia lo que me ha dado satisfacción y, sobre todo, los
aprendizajes y las personas, aquellas que sobreviven a las inclemencias del
tiempo. Y tengo suerte, justo eso se ha convertido en una muralla de
resistencia ante las rutinas agobiantes. Llegamos a una oficina, establecemos
vínculos, trazamos sentimientos, forjamos lazos, es la vida.
***
Veo gente,
la escucho y confirmo que no necesariamente por acumular tiempo de vida se es
más sensato, a veces, incluso, todo lo contrario. Oigo o veo noticias y siento
desprecio profundo por los malos y los indiferentes, pero, sobre todo, por los
hipócritas y farsantes. Esos me repugnan. Mejor no presto atención a las
noticias porque con solo unos minutos entro en un bucle denso de mala onda y la
verdad, prefiero las flores.