El flujo de la existencia

 Emociones, sensaciones, estados de ánimo de abril, con lluvias, no mil, pero lluvias al fin.

Caminos, planes, palabras, encuentros. Un mes de sol y del regreso del agua, profundo y feliz. Caminé, escribí, cociné, incluso bailé. Mantuve el silencio, pero también hice algo de ruido. Anduve por caminos solitarios y silentes y disfruté rutas en compañía con el encanto de las conversaciones. Me permití vegetar un tanto, quizá mucho, pero también trabajé intensamente comenzando mes, igualmente después, pero con intensidad moderada.

Volvió el descontento también, ese que surge al constatar —una vez más— que líderes y autoridades definitivamente no están a la altura de las circunstancias. Bueno, como ciudadanos tampoco es que estemos haciendo mucho por un futuro más verde, más humano, más justo, más inclusivo, más saludable. Nos dejamos llevar por la estela de descontrol que invade y parece que solo nos quejamos.

En fin… avanza 2024 y va quedando la alegría de esos encuentros que quisiera prolongar en el tiempo, los ratos de lluvia fuerte que nos hicieron quedar en casa, aquellas llegadas al hogar en las que encontraba olor a pan, las lecturas al sol y los cafés en compañía. Quedan también los trámites agobiantes, la piedra en el zapato para resolver asuntos que debiesen ser muy simples. Esperaré que el genio de la lámpara actúe y que se haga la luz, y además, espero que mayo llegue con alguna botella de vino por abrir, alguna celebración, quizá un paseo, tardes de calma y ojalá que la vida siga verde.



Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―