Breves

Empecé a revisar el material del curso entre una pereza casi de siesta no hecha y un cansancio provocado por el calor al que no me acostumbro en el altiplano. Me entusiasmé, dejé lo demás... Me dediqué a mis lecturas y olvidé un tanto el entorno. Incluso estuve con Charlotte durmiendo cerca del sofá, cosa que nunca permito. Pero soy inconstante. Desordenada. El impulso no duro tanto como debería. De una lectura llego a otra y busco más y empiezo a abrir ventanas y voy por un trozo de chocolate y decido darme un baño y salgo al jardín un rato y se empieza a oscurecer y me falta todo y estoy cansada y empiezo a hacer planes otra vez y le cuento a Pancho los planes y nos emocionamos de nuevo y seguimos haciendo planes y llega la noche y nos tomamos otra copa y se esfuma el sábado.

Me entusiasmo fácil con mis planes al despertar, pero el fluir de la mañana del domingo desde el amanecer, sin salir de la cama, se va llevando lejos las intenciones. Me debato largo rato entre cambiarme y salir a la loma o desayunar con calma y sentarme a ver el vuelo de los pájaros.

Desde la terraza, con un café en la mano, mantengo una entretenida conversación con Pancho, quien laboriosamente desde la cocina está cortando, marinando, horneando...El contraste entre nuestros niveles de productividad en la casita asombra.

Prefiero compartir la vida. Me gusta. Lo que hacemos, lo que planeamos, lo que postergamos, lo que olvidamos. Disfrutar lo que pasó, lo que no, lo que casi nos pasa, aquello que nos animamos a hacer. Sueños e ilusiones coincidentes.

Sucesos populares

Cierta tristeza

Sin rumbo fijo

A diario. Episodios mínimos de lo que va de la semana.