Sabanero

Sábado por la mañana con panorama despejado, terraza arreglada, aperitivo y pasabocas listo; media mañana con gotas de lluvia cayendo del cielo gris, pequeñas nubecitas en crecimiento, brisa que anunciaba aguacero… Mover todo al interior de la casa. Cerca de mediodía ya no llueve. Llegan los invitados, otra vez al sol… así un poco la jornada. Afuera y adentro, con calor y no tanto frío.

La vida laboral absorbe con frecuencia toda nuestra energía, a veces, cuando sube la marea, no queremos más teams, ni correos, menos reuniones presenciales. Es justo ahí cuando preferimos salir de la monotonía y abrimos espacio a ratos de relajo, risas y asado. Cambiamos la cotidianidad profesional llena de prudencia y discreción por un día de oír banda, cumbia, reguetón, vallenato y muy poco pop. Todo diverso y mezclado como el menú, para carnívoros y vegetarianos, con obleas cuidadosamente preparadas y postre de limón friamente calculado. De la mismísima juventud hasta la experiencia acumulada. Una amplia brecha generacional, conmigo sintiéndome de ambos bandos, estando evidentemente más en uno que en otro.

Pues está claro, y eso lo notamos hace rato, somos una combinación extraña, unos somos menos vibrantes que otros, algunos rigurosos y exigentes, otros divertidos y relajados, pero en conjunto podemos pasarla bien y burlarnos de nosotros mismos y de breves episodios de la vida de oficina y de esas anécdotas que reflejan un tanto cómo somos. Nos hace bien un día al aire libre, bien para lograr moderación, equilibrio y armonía, y también para fijar vitaminas y respirar profundo. ¡Cuánta suerte!



Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―