Primeros días de agosto

La vida diaria comenzando el mes. Nuestra feliz rutina cotidiana.

Menú. Volvimos a la pizza casera, esa de masa crujiente y tomate triturado, la que más nos gusta e innovamos con nueva receta de lentejas que resultó fenomenal. Mantenemos los desayunos relajados, lo habitual, con la luz empezando a asomarse y los pájaros alborotados por el amanecer.

Movimiento. Intentamos volver al ejercicio, unos cuantos minutos haciendo pesas ligeras y otros tantos en el trampolín, aprovechando la terraza y la vista majestuosa que tenemos. Resultados incipientes por ahora, obvio, no se le pueden pedir peras al olmo... pero comenzamos y eso ya es algo.

Terraza. Ahora tenemos un lugar para ver pasar la vida, estirarnos y dejar que la brisa nos abrace. Ese fue el propósito que nos movió a hacer cambios por acá, bueno, la cocina también. Abrir un espacio al sosiego, alejarnos del ruido y de la convulsa cotidianidad urbana y movernos sin restricción mientras se cocinan las delicias de este hogar.

Entorno. Con olor a pasto recién cortado mezclado con hojas aromáticas, sin mucha lluvia y con bonitos amaneceres. Días de cielo parcialmente despejado, otros de nubes gordas y espesas que así se quedaron hasta que el viento sopló y sopló y las alejó.

Vida rural. Además de la sensación de amplitud y tranquilidad, las compras son un recordatorio constante de lo que me gusta de vivir cerca de un pueblo, aunque sea de vacaciones. Ir de tiendas, acompañar en realidad, porque no todo se encuentra en la misma parte, de la tienda de la esquina a la frutería, al mercado, cada cosa con su especialidad. Mientras eso ocurre, aprovecho para pasear por las calles y ver a la gente en su cotidianidad, ojos y mejillas altiplánicas después de un día laboral. Es un pueblo bonito, con opciones de lugares para tomar un rico café y comer algún pastelito por ahí.

Empalme. Categorizaciones simplistas que no permiten ver muy bien cómo irá a ser lo que será. Una sesión prolongada que me hizo bostezar de aburrimiento y sin la cual habría podido seguir mi existencia sin problema.

Planes. Rondas de UNO, leer, ver alguna película y escuchar música, desde metal hasta jazz, fueron las principales actividades de relajo cuando apagábamos los compu.

Presencialidad. Un día de vuelta a la office. Comportamientos que teníamos normalizados los siento ahora extraños, no quisiera regresar a lo de antes. Me gusta ver caras conocidas, sonreír por ahí, sentir la ciudad en movimiento, pero puedo prescindir de la monotonía de los días de oficina, creo que me quedo con los de trabajo fuera de ella, que tampoco es que me entusiasmen demasiado, pero al menos los vivo en mi espacio y a mi ritmo.








 

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―