Final de domingo
Sola. Escuchando el sonido de los pájaros e imaginando
historias contadas por las nubes que no paran de bailar. Siento fascinación por
su movimiento. Pausado. Veloz. Me encanta.
Reflexiones en desorden
El poder de la imaginación salva. Recuerdo aquellos
días en Santiago en los que tenía tantísimo tiempo. Subía al metro con destino
a ninguna parte. Iba y volvía. Caminaba un rato largo, subía a veces a un bus,
miraba por la ventana. En silencio. Veía gente, mucha gente, innumerables
sucesos, armaba un espectáculo cada día, el de la vida misma.
En ocasiones... hay de todo en mi cabeza excepto el trabajo. Quiero
tiempo para estar siempre leyendo, caminando, escribiendo, contemplando, no
para enfrentarme a las tareas rutinarias y obligatorias, aquellas por las que
me pagan... aunque justo por esas es que necesito que el día tenga más de 24
horas.
A veces pienso en el reconocimiento, en la necesidad de poder vanagloriarse de algo. Los que no son, buscan tener. La verdad es que no sé lo que es, bueno, no sé su por qué, para qué.