La ilusión de un jueves despejado

En este jueves de septiembre sin autos, sin motos, se sintió una desolación fabulosa en algunas calles. Siento incluso que caminé más ligera, sentí solo el cruzar del viento en muchas partes. Desaparecen los autos y surge un aire festivo que es agradable, aunque haya que trabajar, aunque sigamos en día laboral. Antes de regresar a casa hice pausa para ver al infinito y no pensar en lo complicado, desconectar de la realidad y de las responsabilidades por un ratito. Qué increíble que las calles de siempre se perciban tan diferentes solo por la ausencia del ruido, no oír la habitual furia del tráfico es maravilloso. Recordé la pandemia por un momento, solo que sin el susto que me dominaba por aquellos días. Tuvimos, además, la suerte de un despertar con cielo muy azul, la brisa fría, pero mucha luz, esa que se filtra bonito en una calle llegando al cole, esa que mucho nos gusta.  

Y a propósito de ilusiones, o de jueves, o quizá por el cielo sin nubes, se me ocurre que hay que escribir siempre, no importa dónde. Las palabras en papel o en el compu son una suerte de conversación, sirven de escape cuando pensamos mucho, cuando nos abruman las impresiones y opiniones y tenemos muchas ideas dispersas y contrarias. En mi mente no me doy cuenta, a veces, de lo inconexo de mis pensamientos, pero escribiendo, encuentro claridad, bueno, también sucede todo lo contrario, ja. Quizá prefiero escribir mucho de lo que pienso antes que soltar mis frases incoherentes a cualquier incauto que se me acerque, tal vez se trata de eso.





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―denota negación―