Un poco de vida últimamente

Tres gatos. Viernes de encuentro y desayuno amenizado con conversaciones. Relatos fragmentados construidos a partir de sucesos recientes, de muy breves anécdotas que se convierten en risas. Estuvimos contentos.

Horas de oficina. Impresiones de la vida laboral. Ideas, pensamientos y consideraciones después de una reunión incómoda, de esas que no tienen sentido, esas que alteran momentáneamente. Qué poco caso hay que hacerle a esos comentarios mal intencionados, pero cómo cuesta. Personajes aquellos que solo saben ser el centro de atención, no saben ser uno más, participar con simpatía. Su afán de notoriedad les impide integrarse con los otros, simplemente no les resulta. Son una pereza.

La cuesta. A veces me gusta romantizar la vida y caminar en busca de alguna respuesta. Ordenar lo que me sucede, articular mi pensamiento, hacerlo comprensible. Tengo mi locura. En ocasiones creo que habito en otra dimensión, abro portales y encuentro cosas, me encuentro y me pierdo al mismo tiempo.

Intensa e inmensa. En el páramo las nubes bajan, nos envuelven en ellas. Nos enfrentamos a la neblina. Algunos huyen, buscan refugio, la esquivan. Otros intentan obviar su presencia, resisten el frío que produce. Yo la disfruto, dejo que llegue, me abrace y parta de nuevo con su fuerza, o desaparezca. Me gusta el ambiente extraordinario que genera, intento ver el cielo, la montaña, solo veo nubes y percibo el murmullo del viento que las empuja. Es fascinante.

Descenso. Me aburre bajar. Me cubre la lluvia. Los pájaros desaparecen. Decido poner música y dejar de oír mis pensamientos. Mezclo mis ideas con las letras de las canciones que suenan. Armo historias sin sentido, las escenifico en ciudades existentes o imagino parajes deslumbrantes. Bajo el ritmo. Llegó tarde.

Cucarrones. La paz de la tarde del sábado se alteró por la invasión de insectos ruidosos y fastidiosos. De la nada llegaron a la habitación zumbando y enredando sus patas en las persianas… detuvimos la serie que veíamos, respiramos y uno por uno regresaron al jardín. 

Un mundo nuevo. Atravesamos la luz gris de una especie de cueva por la que escálamos. Despejamos el camino, nos asomamos y fuimos felices. Llegamos. La curiosidad en el ascenso y la fortuna de estar cerca de la cima sumadas a la persistencia y a la buena compañía, nos permitieron triunfar... Encontramos por fin una nueva ruta, llegamos al camino preciso en un ir y venir por recorridos agrestes.

 

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―