Realidad escondida
Enigmas que subyacen a las conversaciones con mi
otro yo que no es como yo. Hemos tenido muchos días de lluvia y niebla, pero el
gris del entorno cambió con una nutrida y rebosante charla de mediodía que me
dejó extenuada, o como diría el traductor, la conversación del almuerzo me
cansó.
- Yo: Para mi hay ciertas realidades, realidades
fastidiosas, molestas, que agobian y quiero pasar por alto, pero para ti son
entretenidas y quieres tener siempre una opinión sobre ellas. ¿Por qué? ¿Qué
tiene de atractivo opinar, curiosear, saber de todo? ¡No se puede saberlo todo!
- Mi otro yo: Claro que no. Obvio no. No quiero
saberlo todo, no te sobreactúes que no es para tanto.
- Yo: ¡Claro que sí! Me cansa tener que reaccionar
siempre ante comentarios insulsos, incluso también a los más sabios y
estructurados. ¿No te das cuenta de que de repente no significan nada para mí?
- Mi otro yo: No, no me doy cuenta, creo que te
gusta socializar, he visto que no puedes callarte. Lo intentas, pero quieres
actuar. Siempre.
Mi otro yo pensó: Sí, sí, claro que siempre se roba
todos los protagonismos y ahora quiere pasar desapercibida, nadie cree el bajo
perfil, ¡quién la entiende!
- Mi otro yo: Oye, pero tómatelo con calma, cómo
nos complicamos con asuntos que no lo merecen.
- Yo: Me complicas tu. Sales de la casa, partes a
la oficina, llevas todo, pero olvidas el cerebro y no contenta, te pones en
plan bla, bla, bla y con todos.
- Mi otro yo: Estás sensible, deja el drama que con
frecuencia son muchos más los aciertos que los fallos.
- Yo: ¿No te das cuenta de que preciso en esas
reuniones de oficina todos parecen completamente seguros de sí mismos, convencidos
de lo que deben hacer y decir en cada momento? Bueno, yo no, yo me debato entre
mil dudas y sales tú, tan airosa a inmiscuirte sin prudencia.
- Mi otro yo: Sí, lo percibo, pero no pasa nada. No
por miedo al ridículo, o por no sentirte a la altura vas a mantener la boca
cerrada. Fracasar, equivocarte, pfff, como todos alguna vez, como todos muchas
veces.
- Yo: Puede ser, quizás tengas razón, pero no
exageres. No tenemos opiniones sobre cosas que no sabemos, ¿verdad? Que quede
claro que no me avergüenzo de mostrar mis dudas y limitaciones.
- Mi otro yo: No lo sé, me aburre.
- Yo: Oye, nada de eso.
- Mi otro yo: Sí, bueno, no pasa nada, admitimos
sin sonrojarnos que no lo sabemos todo, no nos interesa todo tampoco. Nos
mantenemos en silencio ocasional y no morimos de aburrimiento, solo escuchamos.
¿Tranquila ahora?
- Yo: Así es, que sea así, nada de responder a todo
con lucha y estrés desbordado. Nada de querer parecer sabelotodo.
Yo pensando.
Ya, estuvo, se le acabó el protagonismo. O domino o me dominan, y dado que nunca
estoy completamente preparada para lo que vendrá, mi otro yo tendrá que
aceptarlo y asumirlo calmadamente.
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Consigna mundialista. Traducción… Y el traductor
concluye, al parecer así se interpreta en kazajo, que mi diálogo es una broma
basada en hablar con otra persona que no se parece a mí... Termina además,
afirmando que estaba exhausta por una siesta. No sé de dónde salió ese final.