Celebración peligrosa
Tarde de viernes, grandes nubarrones, el sol se empieza a poner raro,
comienzan a prenderse las luces de los autos, empieza la tormenta, y, de a
poco, empieza a entrar la noche. Lento,
muy lento llegué a destino. No importó la lluvia ni el tráfico infernal, nos
encontramos, como tantas otras veces, a celebrar y celebramos.
Brindis, risas, lo de siempre y tanto más. Compartir un rato que se
extendió, ver arte en las paredes sin igual, comer sin parar. Entregados a esa sensación imparable de
querer probarlo todo…. Probamos todo. Aun en la madrugada estábamos a la mesa
comiéndonos la torta, que por lo demás, estaba deliciosa.
La de anoche fue otra bonita celebración cumpleañera, una repleta de
conversaciones nutridas sobre recientes novedades laborales, el panorama
público, la familia y las mascotas, la vida sin más. Y bueno, después de la
francachela, descansé poco tiempo. Estando todavía en la nebulosa de un sueño
corto y profundo, nos vinimos al campo, a este pedacito de tierra que me lo da
todo. Tengo suerte, mucha!