Nada más que bostezar

Cada cual busca su suerte como buenamente puede. En conversaciones sobre cuestiones prácticas, incluso cotidianas, que para mí se convierten a veces en temas existenciales, he decidido simplificar, aligerar. Facilitarme la vida. Pero solo un poco. Empecé la lista, cuantifiqué con base en históricos, seguí recomendaciones, fijé metas… Fracasé antes de siquiera comenzar. Iba por diez kilómetros y ni me levanté de la cama, pretendía quinientas palabras diarias y ni encendí el computador. Mi profe dice qué hay escritores de brújula y otros de mapa, pero yo voy a la deriva, y no solo para escribir, creo que para todo. Nada me detiene más que imponerme objetivos, los quiero alcanzar sí, pero prefiero espontaneidad e improvisación. La vida exige cumplir reglas, horarios y rutinas, unas que no puedo evadir, así que las que sí puedo me las salto, no quiero seguir instrucciones, ni siquiera las mías. Intento permanecer moderadamente sensata, pero no quiero ser exigente y radical con lo que puedo controlar, la planeación y su matemática implacable la dejaré para asuntos de oficina y seguiré adelante con mi vida paso a paso, en su orden anárquico. 

 

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―