Una Navidad pequeña

Ayer recorrimos cortos caminos polvorientos porque el ascenso al cerro fue motorizado. En medio de la calma del finde partimos al páramo con Lana del Rey de banda sonora, y definitivamente me encanta el plan, cómo me gusta! La compañía fue mi regalo navideño y los platos para la noche el complemento ideal, no me puedo quejar, advertí que estaría muy consentida y por fin cumplo algo. La de ayer fue una nochebuena sencilla. Tres seres que se adoran, que cuentan chistes tontos y que en medio del picoteo vieron Love Actually. Un ratito con derroche de vida y color para celebrar, brindar, dar gracias y compartir la última noche antes de nuestras esperadas vacaciones.

Fue una maravilla disfrutar de la noche por acá. Encuentro mucho más emocionante ver estrellas y sentir la brisa estival desde el campo, aun cuando antes de las doce ya estábamos buscando reposar y a eso de las once debimos estar soñando.

Este año que termina he reído mucho, he llorado poco, he soñado, he abrazado, incluso he BAILADO. Hice balance de final de año, a mi manera, también lista de deseos y esta vez, además, de propósitos. Intenté autoconvencerme de que iba a ser distinto y los cumpliría, pero me arrepentí antes de comenzar. No sé si lograré todas mis metas. Probablemente no, no me voy a engañar, sin embargo, más que objetivos para el nuevo año, anhelo cosas bonitas a la par que divertidas. Salud para todos, mucha; cariño todo el que se pueda; serenidad siempre bienvenida, así como muchos paseos, pasos en ascenso, quiero conocer lugares y gente y espero reír y seguir riendo en buena compañía. Me gusta el gris, pero llenaré de color los días, también de abrazos, conversaciones y encuentros. Me adelanté a la nochevieja, pero es que no sé qué vendrá en los próximos días y no vaya a ser... Lo que queda escrito se manifiesta con más fuerza, entonces just in case. Mañana, si todo resulta, mi nota del día será desde Portugal. ¡Hasta la vista!

 

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Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―