Despidiendo 2023
Las mañanas son grises, empieza tarde el día y cuesta
levantarse con tanta oscuridad, pero en cuanto se asoma el sol ya estamos
afuera, aprovechando la jornada y lo que llega con ella. Los días en Lisboa han
estado extraordinarios. Sencillos, tranquilos, pero muy entretenidos.
Vimos salir la luna solo el día de nuestra llegada. El
cielo rosa solo estuvo así para darnos la bienvenida, ahora ha estado entre
azul pálido, gris opaco y blanco casi siempre. El sol ha estado
tímido, pero de vez en cuando nos ha acompañado un resplandor naranja en los
atardeceres invernales de estos días. Los pájaros portugueses son muy ruidosos
y están increíbles, un poco gordos y descarados. Saltan por el camino, se
instalan en las mesas de los cafés con terraza, buscan semillas y restos de
pan, y parece que encuentran de todo.
El portugués medio lo entendemos escrito, lo demás…
toca en inglés porque hablan súper enredado, al menos eso nos parece, pero son
muy buena onda. Salvo el mesero del primer restaurante al que entramos recién
aterrizamos, todos han sido la mar de amables.
Felicidad, emoción y cansancio… Hasta ahora está siendo un tremendo viajecito