Música… no ligera

A veces parece como hipnotizado, atrapado en sus audífonos como si alguien le estuviese revelando algo más allá de lo que la existencia le deja saber en el día a día. No me entero de ritmos, melodías, letras, nada de eso parece importar, solo esos sonidos indescriptibles que encuentro violentos y ruidosos, pero que para él son filosofía de vida. En ocasiones me pone esa música sin misericordia y con venganza. Alienación, apocalipsis, psicosis, caos... tengo que oírla tal como él oye de vez en vez pop en el auto. Nos quejamos a la par. Son los gustos de la adolescencia y aunque tengo mente abierta, me cuesta y no logro disfrutarla, pero ya la siento familiar.


Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―