Apuntes de martes

Desde la ventana. Gente volviendo a la vida en un despertar urbano, gente sometida a la decrepitud callejera. Los veo desde el transmi y también en los andenes. Se levantan recomponiéndose de una noche helada sobre un cartón, el pavimento o un mugroso colchón. Ando buscando explicaciones al caos supremo en el que se ha convertido todo... inseguridad aparente, congestión abundante, basura fuera de control. No se trata solo de obras. Sin embargo, quiero pensar que pronto habrá menos desastre, aunque sigo sin encontrar la razón de la desorganización. Pura adversidad metropolitana. 

Aburrido de vivir. Qué terrible y cruel es la memoria. Atrapado por un rayo de luz entre la sombra pensó que no solo no sabe adónde va, sino que la vida es tremendamente cruel e injusta. Carga cierta culpabilidad absurda sobre sus hombros y se apoderan de él escenas de ficción devastadoras. Aferrado a un recuerdo concreto se le va existencia entre el sufrimiento que le produce la ausencia, el silencio que le resulta aterrador, y el sinsentido de estar vivo. Se siente eterno e inmortal y no aguanta más. Tras un último intento, uno que casi parecía una súplica, reza para que pronto acabe el día, llegue la noche y pueda dormir, esta vez, para siempre.

Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―