Todo suma

Ya avanzado diciembre el escenario navideño está completamente instalado… la constante presencia de luces, el tráfico descomunal, la gente de celebración y el estado de ánimo generalizado que anticipa las fiestas o las vacaciones es lo habitual en estos días. Así que sí, muy apropiada de las tradiciones de estas tierras, me he unido a varios planes, uno tras otro desde que comenzamos el mes.

Un encuentro gourmet para empezar. Aunque anduvo un poco frustrada la preparación casera porque mis amigos no saben seguir instrucciones y llegaron con platos comprados, con la mitad de las cosas hechas en casa tuvimos una noche de tacos divertida y sabrosa. Las historias de siempre, las risas acostumbradas, los brindis ausentes, pero un encuentro bonito y acogedor en mi espacio y con los tres gatos que acompañan desde el siglo pasado.

Una tarde absolutamente maravillosa. Celebrar treinta años desde que salimos el cole tenía que ser todo un evento y lo fue. La emoción del cacharrito power me abordó desde que llegué, esta vez tarde, y encontré a mis compañeras de aventura adolescente, amigas con existencias noveladas, guiones por momentos dramáticos y algunos cómicos. Muchos años en común con algunas, desde la infancia, desde siempre, desde que con ansía e ilusión esperábamos el futuro. Con música de aquella época estudiantil, con un sabor u otro, todos distintos y riquísimos, nos hicimos jóvenes de nuevo, más jóvenes, y revivimos el entusiasmo por las emociones de la vida y de las personas. Mi afecto y admiración para ellas… cada una con sus crisis, sus secretos, sus triunfos y un pasado que nos mantiene conectadas.

Una cena de celebración cumpleañera. Esta vez la protagonista fue otra, ya estuvo bien de festejar mis 47. Nos dejamos sorprender con ricos platos asiáticos y un par de tragos aromáticos y deliciosos, una versión algo diferente de la que tenemos ya establecida. Así, con brindis y buenos deseos pasamos una noche de martes muy entretenida y repleta de cariño.

Orgasmo. Miércoles de stand up comedy. No diré que fue una obra maestra, pero sí que fue un espectáculo que disfruté un montón, con el que me pude reír un buen rato y además con buena compañía. Para mí, más que suficiente.

Jueves de velitas. Una noche tradicional y emotiva, una de alegrías y gratitud porque, si algo ponen de manifiesto todas esas velas, es nuestro agradecimiento por lo bien que nos ha tratado la vida este año.

Quedan por acá, como siempre, fotos para repetir instantes









 

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