Felices es poco

Tuvimos dos semanas completas de vacaciones y las aprovechamos un montón, a buen ritmo para todos. La pasamos muy bien, improvisamos sobre la marcha y descubrimos lugares encantadores, seguro también nos perdimos otros fascinantes, pero igual nos gustó mucho lo que conocimos.

Disfrutamos días que estuvieron suficientemente divertidos y asombrosos. Recorrimos varias playas largas con olas fuertes. Encontramos preciosos sitios con vistas al mar. En Sintra anduvimos felices en el monte. Al principio fue muy intenso, después disminuimos un poco la marcha, pero seguimos en movimiento.

Los portugueses son muy simpáticos, parecían alegres y estaban siempre amables y tranquilos. Cantaban en la calle, sonreían de vez en cuando, pero también fumaban como si no hubiera mañana. En medio de la invasión turística, se sentía buen rollo en todos los lugares. La vida por allí parece ser a color aunque tuvimos varios días grises.

Nos lo pasamos en grande juntos, no nos gustan siempre las mismas cosas, pero en lo esencial estamos de acuerdo. Hablamos y seguimos hablando de lo que íbamos viendo, a veces solo estuvimos juntos en silencio cada uno concentrado en algo diferente, fuimos la mejor de las compañías para la aventura y nos cuidamos.

Descubrimos calles preciosas e inclinadas con mucha frecuencia, una arquitectura diversa y colorida, muchas plazas y una extensa costa fascinante. Tuvimos un magnífico cierre de año y un fenomenal comienzo de 2024. Un montón de amaneceres y otro tanto de atardeceres. Del azul intenso, pasando por el gris rosa, hasta el negro profundo.

Este plan fantástico en el que nos salió casi todo como lo esperábamos estuvo lleno de buenos momentos, fue un paseo espectacular, estupendo. Día de Navidad en el avión, cambio de año en la habitación del hotel, durmiendo cuando dieron las doce; paseos largos y diarios, noches más largas, lluvia, sol, ambiente tibio y húmedo, también frío y húmedo; algunas películas en el aire y canciones en la carretera; muchas comidas nuevas; cero restricciones en el vino, blanco, verde, rosado y tinto, buenísimo y a un precio insuperable; muchos quesos, madurados casi todos; pasteles de todos los tamaños y sabores. Mariscos, bacalao y tortas de nata. Pasamos de hacer filas, quizá dejamos de ver lugares increíbles, pero decidimos no hacer nada que no quisiéramos.

Estar fuera, liberada de las obligaciones laborales, oír varios idiomas, ver caras diferentes, maravillarme con paisajes espectaculares, hace que piense en lo extraordinario de este mundo. Somos un punto en el universo, sí, pero vaya qué suerte recorrer un trocito.

Así han sido estos días y a veces me siento de ficción, otras la realidad me supera. Ahora siento que todo viene cuesta arriba, pero me gusta, creo que lo he mencionado ya, prefiero ascender y llegar a la cumbre, el tema, claro, es alcanzarla, pero aunque implique esfuerzo, llegaré. O no.

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De a poco, quizá, deje por acá detalles sobre algunos de los paseos. Tengo muchas fotos y notas en desorden. Por ahora unas cuantas imágenes.








 

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