A Sequência dos dias

Los días en Lisboa tuvieron largos recorridos al centro, a la rua Augusta, a la plaza de comercio, a otras muchas plazas, a mercados, hicimos caminatas por sus colinas con múltiples miradores y por otros lugares más.

Después de nuestra primera tarde partimos en busca del ascensor de santa Justa. Caminamos desde el hotel, muchas cosas nos quedaban cerca y eso fue una suerte. Llegamos temprano, pero ya había fila... claro, es, como creo todos los ascensores de la ciudad, monumento nacional, y este es el más icónico. En el camino nos fuimos encontrando varias tiendas. Amamos Alehop desde que estuvimos en Barcelona y, por supuesto, entramos a ver y a jugar con todo. También dimos vuelta por Flying tiger y comenzamos a ver un montón de terrazas con cafés, restaurantes y turistas, muchos turistas. Ah y también reconocimos el empedrado portugués que está everywhere.

Nuestros preferidos del primer día fueron el Castillo de San Jorge donde tuvimos las mejores panorámicas de la ciudad.  Lo recorrimos en calma y lo disfrutamos muchísimo. Anduvimos por los barrios aledaños, subimos, bajamos, nos encantaron las casas de colores y también visitamos la Catedral.  Fue un día de caminata intensa y agotadora, pero feliz, que terminó bajo las luces navideñas que alumbraban calles tumultuosas y lo más destacado de la ciudad.

Al día siguiente partimos a la Torre de Belém, una fortaleza como del año 1500, o por ahí, declarada patrimonio de la humanidad.  Creo que en 1999, cuando conocí Lisboa, también fui, pero no recuerdo haber entrado. Llegamos a tiempo para escapar de la multitud, tuvimos bonita vista porque fue un día despejado, nos sorprendieron las muchas ventanas y los muchísimos cañones.  Estaban muy a la defensiva por aquella época.  Acá empezamos a notar que no había recomendaciones de precaución ante diferentes peligros, escasas medidas de prevención y protección, parten del sentido común de los turistas y el autocuidado, supongo.  Anduvimos después por la costa al Monumento a los Descubrimientos.  Nos impresionó el tamaño, pero nos llamó más la atención la enorme rosa de los vientos que está en el suelo. Seguimos hacía el monasterio de los Jerónimos, pero desistimos porque la fila no solo era larga, era larguísima.  Lamenté no haber entrado, porque parece que es bellísimo, pero compensamos con otros recorridos por la zona que nos gustaron mucho. Conocimos el Centro Cultural de Belém, visitamos el museo de Arte, Arquitectura y Tecnología.  Nos inquietamos con la exposición de Joana Vasconcelos y sus extravagancias. Tomamos sol. Pasamos felices.






















Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―