Precumpleaños

Para empezar las ferias y fiestas del mes más celebrado del año, nos fuimos de regalo experiencial. Con pequeñas victorias empezamos a celebrar. Una corta, pero empinada, subida fue la bienvenida de la jornada. Una malteada y un brownie la despedida. De extremos, así somos.  Mi madre todopoderosa no se imaginaba lo que le esperaba, nadie en realidad, pero se atrevió, dio el primer paso y nos acompañó.  Que nada ni nadie la detenga, con paso firme avanzó y en el primer mirador nos esperó.  Tuvimos una linda sorpresa, pese a que el lugar no está en su mejor momento y varias cosas requieren reparación, el verde de la montaña, el agua corriendo cerca y la posibilidad de ver la lejanía siempre es una maravilla. Llegamos a la copa de los árboles, los abrazamos, disfrutamos la increíble vista desde la cima del cerro, así que valió mucho la pena para enriquecer nuestra existencia y cambiar de aire y de luz en la rutina pandémica, además, por supuesto, fue perfecto para respirar y agradecer a la vida la suerte que tenemos. 










Sucesos populares

Colectivo familiar

Sin rumbo fijo

―denota negación―