Duermo
Me gusta recordar los sueños, los cuento en el
desayuno casi siempre, me miran con cara de loca, pero se divierten con las
aventuras. Procuraré dejar algunos por acá, quizá encuentre algún patrón, tal
vez pueda descifrar algo, tal vez nada. Son absurdos y fantásticos muchas
veces, catastróficos o emocionantes otras tantas, inenarrables o demasiado
imprecisos, también, no siempre protagonizo, no siempre estoy por allí, parece
que a veces soy solo espectadora.
Odio no poder dormir y ahora que lo pienso, además de sentir que voy a despertar cansada, cosa que realmente no sucede, y de tergiversar la realidad, sobreactuar y dramatizar conscientemente cuando estoy insomne, creo que lo que no quiero es perderme el mundo fascinante que habita en mis noches de profundo sueño.
Anoche dormí largo y al parecer feliz, me sentí cómoda con un suave cojín de plumas azul, muy confortable para apoyar el lado izquierdo de mi cuerpo mientras me peinaban en una peluquería en la que clientes y peluqueros no tenían cara, solo voz. Se demoraron bastante atendiéndome, porque muchos entraron y salieron y yo permanecía allí, saludándolos a todos y dejándome atender. Ignoraba si las sonrisas eran fingidas, aunque no las veía, quería estar segura de cómo eran, me gustan las carcajadas auténticas y era lo que esperaba, tal vez por eso seguía inmóvil, dejándome alisar el pelo y tratando de imaginar cómo eran aquellos seres con quienes compartí espacio.