martes, 1 de julio de 2025

Meditación en tres actos

Entre códigos invisibles que prometen futuro y oscuras herramientas de IA, de fama oculta y silenciosa, señaladas por quemar nuestras mentes y amenazar la esencia de lo que somos, la vida se construye a golpes de rutina y pequeñas victorias humanas, sin rendirse a la idea de que algo invisible pueda ser más fuerte.

Quizá la verdadera fuerza no esté en las máquinas, sino en la implacable voluntad de seguir siendo humanos… ayudados por las máquinas.

Entre acuerdos tácitos y complicidades que crecen en el día a día, entre gestos sencillos y pactos no escritos, el matrimonio se levanta sobre cimientos hechos a medida. Apoyado en un amor consciente y en valores que se comparten sin grandes discursos, se sostiene con cariño recíproco y admiración mutua, y así avanza la vida en pareja, sin sucumbir a la sombra de las diferencias.

Quizá la diferencia no esté en la perfección, sino en el impulso de seguir eligiéndose, en las ganas de seguir estando… construyendo de a dos.

Entre pasos cada vez más calmados y música que acompaña, voy imaginando un porvenir rural, uno con gallinas. Aún no las tengo, pero ya las quiero. Las veo caminar, torpes y dignas, entre el pasto y los tablones de un gallinero que también es película, escena diaria y refugio. Recojo huevos que todavía no existen, preparo desayunos con una destreza que aún no poseo. Siempre me gustaron esos animales, tan absurdos como entrañables. La vida, en ese futuro imaginado, se construye sin prisa, triunfante en medio del murmullo cálido de las cosas simples.

Quizá el éxito no esté en llegar lejos, sino en asumir con dignidad que empiezo a soñar con gallinas… y que, sorprendentemente, no está tan mal.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

Suceso reciente

Meditación en tres actos

Entre códigos invisibles que prometen futuro y oscuras herramientas de IA, de fama oculta y silenciosa, señaladas por quemar nuestras mentes...