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Mostrando entradas de enero, 2025

Así, sin anestesia

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Tuvimos una estupenda cosecha para empezar el año: papas, lechugas, cebollín, cilantro, zanahorias. La huerta estuvo muy productiva, aun cuando el verano se instaló y no ha dado tregua. La vida, radiante y fugaz, ha tenido un poco de todo: las vacaciones y el comienzo de año afectado por el intento permanente de superarme, ese esfuerzo una y varias veces fallido. Ni pasos, ni agua, ni trabajo constante, solo papel y lápiz. En mi recuento queda lo que me marcó: los momentos compartidos, las risas, los paisajes, las emociones, y esa conexión con los demás y con la naturaleza. Lo que más me emocionó fue regresar, no hay nada como volver a casa. Lo que más me costó fue retomar el trabajo, ese esfuerzo de arrancar de nuevo, como si el tiempo y el espacio se hubieran diluido en el regreso. Y lo que quedó pendiente, lo que siempre queda pendiente, fue alimentarme mejor, sin sobrealimentarme. Empieza el año y de alguna manera, siento que está a punto de cambiar el curso de la historia. Pero es...

Según como se mire

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Es domingo acá y en otros muchos lugares. Es muy temprano o en realidad demasiado tarde. Iba a pasear por la montaña, pero me di permiso ―otra vez― de quedarme tendida en la cama. Tuve una epifanía sobre la vida mientras veía un pájaro robarse la comida de Charlotte y pues, frente a la ausencia de mis chicos, qué más da permitirme un poco de flojera. Me gusta como se asoman por la ventana de la cocina los colores de la mañana, los vi hace un rato. Antes preparé desayuno tradicional, estuvo rico, aunque faltó variedad en la fruta. Me doy una palmadita en el hombro por la rapidez con que pelé y corté mango y pitaya, molí y preparé café, freí huevos, doré arepas y serví con maestría. Es lo de siempre cuando estoy sola, pero agilicé y mi má encontró todo servido. Después examiné mi cara durante un buen rato en el espejo. Desde que dejé las sesiones de yoga facial ―solo hice cinco, quizá seis― no había vuelto a mis “líneas de expresión” y pfff qué cantidad. La frente tien...

Hoy es sábado

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Vuelvo a la cama después del desayuno, incluso me da un poco de sueño otra vez. Es un momento de extraña satisfacción. Son las 9:21 y a esta hora de la mañana no me quiero levantar. Me dejo estar. Tengo en mente la suma de muchos fragmentos que no saben esperar, se agolpan, me aturden. Lo imprevisto de la madrugada, otra vez el agua escapándose. Ya estoy por pensar que se trata de alguna señal. Empezamos el año con fugas en todos los baños, gotas de agua que se gastan en medio de esta escasez… mis duchas cortas no compensan tanto desperdicio y mi escasa habilidad para el arreglo alcanza para cerrar el registro. La vida se enreda cuando estoy sola. A veces. Supongo que lo que me pasa a mí, lo que nos pasa a nosotros, les pasa a todos. Pero no sé si en simultánea.  El caos de estos días, de siempre en este lugar del mundo que me tocó habitar, la negligencia, la urgencia, la gente que huye en medio de peleas que no son de ellos.  No puedo con eso. Pero tampoco puedo hacer mucho. ...

En este aquí y este ahora

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Mi corazón es una voz en silencio que comparte un amor que lo salva, que lo devuelve a la vida en una mezcla de miedos y esperanza. Mis pasos son trazos que recogen la belleza y la profundidad del sendero urbano, que sigilosos, esperan un milagro. Mi mente es un eco constante donde resuenan, una y otra vez, las palabras de los que ya no están, y el susurro de los recuerdos que nunca se van. Mi mirada es magia que aviva en la imaginación un sencillo mensaje cósmico cuando la vida me da un golpe. Uno que a veces es sorpresa. Mi alma es un espacio invisible repleto de fragmentos de lo que he sido y lo que puedo ser. Una caricia sutil que atraviesa el aire, cercano y envolvente. Mi voz es búsqueda, un intento por llegar a las palabras que explican y calman la tormenta interior. Mi piel es poesía y mar, es color, el del azul de los cielos y el verde de los cerros. Es lienzo de utopías que se quieren instalar. Mi...

Sin brújula ni mapa

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Comencé la reunión, pero no entendí nada. —¿Me citaron para esto? —No, pero a veces viene bien dar contexto. Otras veces se entra en materia directamente. El tiempo pasa y el contexto es lo único en escena, el nivel de locura crece exponencialmente. Y todo así. Sin estructura, pero con agradecimiento. Sin propósito, pero con flores y piropos. Mientras tanto, mi cerebro, entumecido todavía, procura encontrar el camino. No lo encuentra. La salida tampoco. Antes siempre tenía la opción de huir y darme un aire, pero el resultado era —y es— muy parecido: el trabajo me lleva a un lugar en el que la vida queda anclada a un espacio concreto, estrecho. Un lugar en el que todo me parece ineficaz e inútil. Me quita tiempo. Me pregunto qué pasaría si pudiera reducir todo eso. Saltármelo y vivir de otra manera. Con otro ritmo, en un tono que me haga sentir bien. En el laberinto de papeles y correos electrónicos que acumulo, las palabras solo sirven para transmitir datos, quejas, problemas una y otr...

Conjuro para el regreso

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Tras la búsqueda de su identidad, en el recoveco de una memoria profunda y conmovedora, expresa en silencio emociones, recuerdos, historias. Con una voz introspectiva, llena de repeticiones, une fragmentos y crea patrones. Registra en la arena lo que se ha perdido. La vida misma, con sus sombras y alegrías. Las fronteras se desdibujan y aparecen entonces los paisajes de la infancia, mientras que el vacío de nunca acabar, incapaz de florecer por el sentimiento de distancia, se transforma. Logra conectar con lo que era más cercano.  Este instante no existiría, se desintegraría pese a su resistencia. Esta escena en la playa se escaparía de no haber sido por la mirada que, sin hacer ruido, dejó entreabierta una puerta. Una mirada que curiosa explora, cuestiona y expresa. Huye de las palabras, pero se manifiesta en los gestos. Los mismos que el pescador hace cuando mueve el remo con calma, apenas uno, como si no importara. El remo siguiendo su curso, lento. El agua, las gotas que caen s...

Fluir sin resistencia

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Desde el fondo llega una voz que embriaga y seduce, un susurro que trae consigo la melancolía de los días pasados, un silencio que recuerda la triste belleza de lo inalcanzable. En la superficie aparece una suave calma que cautiva, un roce cálido que envuelve el ambiente, una caricia sutil que rompe la quietud. Desde el fondo surge una sensación de desapego, una brisa que inspira el equilibrio interno, una emoción que libera las cargas y disuelve las tensiones. En la superficie se asoma el desorden de los instantes fugaces, la duda que se resuelve dándole sentido a la existencia, el aroma suave y dulce de una flor en primavera.  En esencia, una suma de pedazos, en apariencia simples y desperdigados, conforman aquello esencial, cuentan secretos y casualidades imposibles. Revelan el transcurrir del tiempo. Ese que se escapa. El que la memoria intacta procura en un viaje, uno sin retorno que se diluye, se desvanece. Busca raíz y se aferra a la inexactitud, la de la mirada precisa que ...

Descúbrete

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Descúbrete en el ayer, cuando el mundo aún era un juego de sombras, y las palabras no pesaban, cuando los días se alargaban como sueños y el aire en tu pecho respiraba.   Descúbrete en la infancia, cuando el tiempo se deslizaba sin prisas y el eco de las risas bailaba en la distancia, cuando un secreto entre hilos se tejía y la memoria curiosa lo enredaba.   Descúbrete en el abrazo sereno, cuando la mirada profunda abriga y la suavidad del instante atrapa, cuando la quietud disuelve el miedo y el susurro reconforta el alma.   Descúbrete en las promesas cumplidas, cuando el fruto florece en silencio y la luz se filtra por las ventanas, cuando la noche trae la humedad fresca del aire y el tacto suave despierta posibilidades.   Descúbrete en el ahora que el tiempo no ha deshecho tus huellas, nunca volverás a ser la misma y el presente se esfuma lentamente.

Recapitulando días estivales

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De vuelta al paseo, un poco de memoria para no dejarlo en el olvido. Nos encantó Lyon. Más auténtica que París, con menos gente que Estrasburgo. Nos pareció una ciudad rara, pero hermosa, con un toque de misterio. La vida en sus calles transcurre tranquila, sin apuros, sin alboroto, pero con una energía especial. En nuestro hotel, custodiado por el hombre naranja, todo estuvo bien. Sin embargo, buscar el auto en el estacionamiento fue uno de esos momentos curiosos de nuestra estadía. Por algún motivo, nos perdimos un poco, aunque no había casi autos. Comenzamos en el sótano tres, subimos al segundo, y al final lo encontramos en el primero. Unos minutos de confusión, quizá por el cansancio de la llegada, pero nada grave. Caminamos mucho, sin rumbo fijo, solo dejándonos llevar por la ciudad. Recorrimos un mercado enorme junto al río, con gente cruzándose por todos lados, pero en una suerte de orden que les permitía ir comprando de puesto en puesto, mientras nosotros curioseábamos frutas,...

Otra esfera

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Por la mañana, con el cielo despejado y el canto suave de los pájaros, el domingo comenzó en silencio. No el silencio vacío, sino el que se llena del aroma del café, del saludo inquieto de Charlotte, del frío del amanecer en estos días veraniegos de enero. En el aire flota el eco fugaz de los sueños olvidados al despertar, algo sobre una colina de arena con suaves huellas de gatos sigilosos...algo que se disuelve tan pronto como busco su recuerdo. Y las curiosidades surgen, ligeras, pero después entran en escena los compromisos pendientes, las responsabilidades, las noticias de ayer, la necesidad de sentarme a trabajar.

Desviación

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Mis palabras se entrelazan, se disuelven. No me interesa contar lo de siempre. Prefiero lo que no se ve, lo que se siente sin explicaciones. Escribo poco, pero cuando lo hago, siento que cada palabra pesa más de lo que puedo sostener. Y sin embargo, no busco la perfección, ni siquiera una verdad clara. No existe. Persigo lo que se esconde en lo profundo, en esos pensamientos que se disuelven y se convierten en miedos. Los que presagian mañanas improbables. Una parte de mí sabe que algo no está bien, pero no sabe exactamente qué. A veces me parece que soy un reflejo del ayer, otras que soy esa que busca, a tientas, algo que ya no existe. Esos encuentros. Los mismos en los que un apretón de manos, un abrazo, un beso, ahora son dudas. Casi valentía. Percibo otros tiempos, veo otros gestos. Temo que la mirada diga más de lo que quiero. Y, sin embargo, la enfrento, no existe de verdad, pero me recorre por dentro y me afecta igual.

Media página

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Lo que escribo quiere ser magia, descubrir el misterio, crear la ilusión Lo que escribo es lo que impregna el día, la efusión del despertar, el afecto al caer la tarde Lo que escribo quiere ser ímpetu, un día libre a mitad de mes, el espectáculo del anochecer Lo que escribo es entusiasmo,  la transformación cotidiana, el hilo que sostiene Lo que escribo quiere ser un gesto de amor, inspiración para la vida, la iluminación del camino Lo que escribo es un momento, un impulso, una respuesta cuando no pasa nada Lo que escribo quiere ser acierto la tibieza ante el viento helado, el sueño realizable Lo que escribo es mi vida mi forma de verla, de sentirla

Distracción

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Salgo. No sé qué va a pasar. A dónde me llevarán mis pasos. Qué rumbo tomará mi mirada. Cuánto alcanzarán a ver mis ojos. Por dónde pasará mi mente. Qué camino escogerá mi intuición. Me emociono. Regreso. Todo sigue a medio hacer y medio concluir. Parece que avanzo entre lo real y lo imaginario. Siento que trabajo con demasiados personajes difusos y una enorme distancia me separa de lo práctico e ideal. Y en breve llega febrero, en dos segundos se esfuma el tempo disponible y creo que los esfuerzos se diluyen. Quizá el buen ritmo que imaginé no aplica en estos escenarios. O quizá todavía no salgo de la anestesia en la que estoy inmersa desde que arrancó el año. Aunque me he obligado a pensar por encima de mis capacidades.  - ¿Y cuál es el problema? Al final, siempre se trata de lo mismo: de prestar atención y dedicar tiempo.  - Pues eso, ando de viaje hacia lo irreal y el tiempo no permanece inmóvil, se reduce como la luz en invierno.

El corazón soleado

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Me lancé a la calle de nuevo. Las palabras y los pasos son mi medio de ser feliz. Ayer leí, hoy camino. Porque sí, porque leyendo transito por otros mundos, porque caminando me siento poderosa, con uno y otro me dejo llevar… Soy feliz y pienso en abstracto. Otro lunes de enero y sigo siendo la misma. Llena de ilusiones, de recuerdos. Quiero rutina, pero no que los días se repitan igual de lunes a viernes. Quiero rutina, pero con sorpresa incluida. Busco un espacio de silencio y paz, me roza la brisa suave y lo percibo como una señal de que todo aún es posible. Quizá sea hora de dejar de contar una y otra vez y otra vez y otra vez lo mismo. Pero es que al final todo termina siendo un asunto de perspectiva. Mi mirada, mientras no ocurre nada, abarca miedos, frustraciones y tristezas. Un espacio, un lugar cotidiano en el que todo pasa. Todos pasan, esos que han vivido triunfos, alegrías, que han celebrado. Una pausa y encuentro rastros de bailes bajo la lluvia y cantos a grito herido...

El cielo de aquel azul

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Memoria, sintaxis, intimidad compartida. He leído de todo un poco, artículos diversos. Leo en desorden, subrayo. He hecho pausa, me he detenido luego de avanzar caótica, errante, sin destino entre una página y otra. He decidido repasar la primera parte de la jornada y heme ahora acá con algunas minimicroreflexiones ambientadas bajo un espectacular cielo de domingo sabanero: No todo es trágico . Mucho lugar común en el aire, pero también bastantes mentes inquietas. La insatisfacción de algunos los lleva a profundizar, a descubrir saberes y experiencias, a crear alternativas que se salen de los códigos convencionales. Todo eso también está en las redes y no deja de ser muy interesante. Qué fortuna tener una despensa nutrida por estas tierras . Ayer fueron papas y lechuga orgánica, la dicha de la huerta en casa, y hoy un almuerzo parrillero con crocantes patacones. Un menú que me encanta. Confiar en la simpleza del horóscopo . Leí en un diario en Montpellier que me expresaría libremente s...

Poco a poco

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Como siempre todo pasa. De nuevo sábado, se fue la semana laboral sin demasiado avance. Casi nada. Todo es lo de antes y, sin embargo, queda menos tiempo. Reuniones, lecturas, intenciones, pero poco a poco, imperceptiblemente, las horas se escapan. Solo veo lo mucho que debo aprender, proponer, escribir y cómo desaparecen los días. Nada nuevo, vengo pensando desde que me subí al avión del regreso de las vacaciones en lo que debía hacer, pero parece que llegará la noche, se acabará el día, cerraré los ojos y seguirá todo igual. No sé por qué me cuesta tanto.  Quiero flotar en medio de la tibieza del ambiente, quedarme oyendo el canto de los pájaros. Oigo a lo lejos un gallo, las mirlas alzan vuelo y también siento el aleteo, algunas abejas están cerca y percibo sus sonidos. Las hojas del sauce se mueven lentamente, pero suenan. No muy lejos algún tractor hace su labor. Quiero un tractor. Charlotte duerme a mi lado profundamente, la envidio. Su vida cómoda, fácil… Bueno, la mía tambi...

Simpleza

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En mis intentos por organizarme, retomar el rumbo, alejar la dispersión y lograr que mi cerebro se enfoque por más de treinta minutos en algo, terminé pensando que puedo comprometerme con poco este año. No hice balance de 2024, tampoco lista de propósitos para 2025. Estoy enredada todavía con mi nuevo estatus de trabajo, con la incertidumbre y la pereza. Pienso en que sería mejor estar en el campo, incluso volver a estar de paseo, pero tampoco tengo muchas ganas de salir de la casa. O sea, de nuevo soy una suma de contradicciones. Pero, venía a dejar por acá mis intenciones, a ver si al menos repasándolas de vez en cuanto las dejo de pasar por alto y le doy valor y sentido a mi lucidez de diez de enero, espero que no sea solamente tierna inocencia la que me embarga. Todavía estoy a tiempo. Me lo voy a hacer fácil. Van numeradas y todo para el seguimiento respectivo.  Volver a escribir a mano. No solo hacer puntos en las reuniones. Tomar notas legibles, apuntar ideas, organizar mi m...

Cruzar el tiempo

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Sentir que la temperatura se eleva por un instante. Despertar al amanecer del otro lado del mundo. Cerrar los ojos con suavidad, con intensidad, con fuerza potente. Llamar de nuevo al sueño. No encontrar respuesta. Desistir del intento. Pensar un rato. Imaginar escenas vistas por la ventana de un tren de alta velocidad. Volver a los recorridos blancos por carretera. Sentir que estoy desapareciendo. Fantasear con historias de vuelos y aterrizajes. Saborear un instante de gloria. Pasajera. Luego el conflicto, levantarse, permanecer en la oscuridad. Aprovechar el tiempo, distraerse. La hora es la que es. Sigue siendo. El despertar es pasado. Qué sentido tiene sufrir por adelantado, por el cansancio que aparecerá. Por qué algunos serán —somos— así de intensos, así de emocionales. Qué hará que los pájaros al vuelo en mi cabeza desde el principio de los tiempos, no se puedan domesticar fácilmente. Debo renovar esfuerzos de manera instantánea y fugaz. Procurar que mi cuerpo asuma el ritmo...

Emocionante y bellísimo

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Algo de París en retrospectiva, navegando entre recuerdos. Aunque cada día tuvo su propia historia, una o varias, me quedaré con una pequeña colección de lo mejor de una ciudad invernal.  Nos saltamos los villancicos tradicionales y los buñuelos este año, pero recordaré París por muchas sensaciones y por la alegría que nos produjo recorrer sus maravillosas y espaciosas calles, por los largos y entretenidos recorridos a lo largo del Sena, por sus plazas, parques, iglesias y sus bellísimos edificios. París es grandiosa y bella y aún bajo el cielo gris, en los días cortos de invierno, con el frío, la brisa helada y la lluvia, la disfrutamos un montón. También tuvimos ratitos con ligeros cambios celestes, algo de azul resplandeció, claro que sí. También brilló el sol por instantes, unos minutos cada día. Nos encantó. Conseguimos un apartamento que lo que mejor tenía era la ubicación. Obviamos el metro casi siempre. Caminamos largo, lento, pero con la emoción por ver la ciudad en vivo...